Fuente: Diario de Mallorca.
Reportaje. Memoria Histórica. Guerra Civil
ROSA FERRIOL. PALMA.
"Tutti i rossi fucilati"
Bajo el lema "todos los rojos fusilados", los falangistas protagonizaron una represión indiscriminada el trágico verano del 36
ROSA FERRIOL. PALMA. No eran ni prostitutas ni milicianas, simplemente eran cinco enfermeras que se alistaron para ayudar a los necesitados cuando estalló la Guerra Civil española. Pero en aquel trágico verano de 1936 que el fin fuera una labor social, era lo de menos. Mandaba el fusil y las órdenes eran claras: "Tutti i rossi fucilati". "Todos los rojos fusilados" fue el lema del conde Rossi, que personificó la represión fascista en Mallorca.Las enfermeras llegaron a la isla el 16 de agosto de 1936 con el desembarco en Punta Amer del capitán Bayo, que permaneció fiel a la República en los primeros compases de la contienda y fue el encargado de dirigir la invasión de Mallorca. La reconquista fracasó y las tropas tuvieron que reembarcarse el 4 de septiembre tras recibir órdenes del Gobierno. El frente republicano abarcaba desde Artà hasta Porto Cristo. No todos llegaron a tiempo a subir al barco. Unas 200 personas quedaron en tierra, la mayoría fueron fusiladas en la playa de sa Coma. Otras, como las enfermeras, corrieron la misma desgracia pero hasta llegar a la carabina pasaron un brutal calvario. Fueron acusadas primero de prostitutas y luego de milicianas. Antoni Tugores, escritor y autor del libro Manacor, la guerra a casa, detalla que los falangistas las trasladaron a Manacor. "Debían disfrutar de ellas". Pasaron un examen ginecológico, las exhibieron por distintos municipios del centro de la isla, las violaron y, una vez satisfechos sexualmente, las apuntaron con el fusil y las mataron el 5 de septiembre. Explica que dos de ellas, Daria y Mercedes, eran unas hermanas nacidas en México que cuando estalló la contienda se encontraban en Cataluña y se alistaron como enfermeras para desarrollar una labor social. Otra de las enfermeras se llamaba Teresa. El escritor de Manacor indica que supieron de ella debido a un libro que escribió una miliciana y que salió a la luz años después de la tragedia. De las otras dos, los historiadores no saben nada.El asesinato de las enfermeras es un ejemplo de la feroz represión que vivió Mallorca desde el 16 de agosto de 1936, fecha del desembarco de las tropas de Bayo, hasta abril de 1937. El filólogo Josep Massot i Muntaner, autoridad indiscutida sobre la Guerra Civil en Mallorca, comenta que durante estos meses "la represión fue indiscriminada" ya que "sistemáticamente fusilaban a todos los capturados". Tugores detalla que el 17 de agosto hubo una "gran masacre en el cementerio viejo de Manacor". Los datos cifran en 200 los asesinados aquel día, aunque él lo rebaja a un centenar. La capital del Llevant, Porreres y Palma fueron los municipios donde se derramó más sangre roja durante la contienda civil. El autor de Porreres, desfilades de dia afusellaments de nit, Tomeu Garí, ha revelado algunas crueldades. Durante la noche del 16 al 17 de agosto asesinaron a 31 porrerencs. Garí cuenta que a quince les encerraron en una escuela. Al día siguiente fueron trasladados al antiguo cementerio de Manacor, fueron fusilados y quemados en una hoguera. "También asesinaron a todo el ayuntamiento republicano", recuerda.El camí de la Creu, donde por las noches fusilaban a los rojos en Porreres, aún guarda muchos recuerdos. La ahijada del alcalde, Maria Ripoll Garau, regresaba de fora vila con su primo y su madre. Se enfangó toda. No era barro, era sangre republicana. La niña se empeñaba en tirar los zapatos a la basura. Su madre no lo permitió porque era "sangre de gente buena", por ello, las lavó y la niña pudo volverse a calzar unos zapatos que en su día se ensuciaron de sangre roja."Fueron muchas las tardes que los niños pasaron jugando en la Creu", relata Garí. Su entretenimiento: quitar las balas que la noche anterior impactaron en una puerta, que "todavía hoy conserva los agujeros". Algunas noches se imponía una tregua en el camí de la Creu. Un paro que no duraba ni treinta minutos. Las primeras noches que Tòfol, un niño de 14 años, iba a recoger la leche de las possessions, los falangistas aparcaban su fusil. Tras su paso, volvía a oír los disparos. Tomeu Garí asegura que en Porreres fallecieron unas 130 personas, aunque "probablemente fueron muchos más".Tugores añade que los falangistas registraban casas y possessions en busca de republicanos. El historiador Arnau Company indica que se practicaron "detenciones masivas en los pueblos". Luego, añade, los trasladaban a las prisiones de Can Mir y del Castell de Bellver. Si un familiar ocultaba a los falangistas el escondite del objetivo, no tenían ningún remordimiento y le disparaban. También murió mucha gente en las cunetas de las carreteras. Tugores recuerda que iban sacando a gente de las prisiones para su, en teoría, "puesta en libertad". Una libertad que era sinónimo de escopeta. El procedimiento era el mismo: salían de prisión, los metían en un camión que los conducía a los cementerios de Manacor, Palma o Porreres, los colocaban ante una pared y los asesinaban a golpe de fusil.Josep Massot señala que el conde Rossi personificó la represión fascista en la isla. Llegó a finales de agosto de 1936 y recorrió todos los pueblos hasta diciembre, cuando abandonó la isla. En todos, el mismo discurso: Tutti i rossi fucilati. Massot resalta que los mallorquines no sabían italiano pero que los que vivieron la Guerra Civil aún repiten estas palabras de tanto que lo oyeron. Una de las prácticas preferidas de los fascistas y del italiano era hacer beber aceite de ricino. "Les obligaba a tragar hasta un litro, fueron muchos los que fallecieron debido a esta práctica", se lamenta Massot. Un colectivo que también sufrió la humillación de los falangistas fueron las viudas. "Lo pasaron muy mal", afirmó Tugores, quien asegura que también las obligaban a beber aceite de ricino.Víctimas de todo tipoLas víctimas no se limitaron ni mucho menos a los políticos republicanos. Maestros, funcionarios, periodistas o escritores también sufrieron. "Hubo mucha represión contra la cultura", recalca Tugores. Los falangistas mataron al director del semanario Nosotros. También asesinaron a su hermano por no querer revelar su escondite. Los dibujantes acabaron siendo víctimas de las armas nacionales, igual que todos aquellos que colaboraron con el semanario. "Los maestros simbolizaron el espíritu de la República", apunta Tugores. En Manacor fueron encarcelados unos 600 docentes. La mayoría quedaron inhabilitados, sólo volvieron a ejercer, recuerda Tugores, los que se mostraron "muy adictos al Movimiento". El historiador palmesano Joan Mas comenta que en el ayuntamiento de Palma se abrieron expedientes a los funcionarios, los que tuvieron alguna relación sindical perdieron su puesto de trabajo. Maestros y funcionarios tuvieron que firmar un escrito de adhesión al Frente Nacional, cuenta Mas. Y es que "la represión no siempre fue por causas políticas", especifica Company. "Se mezclaron cuestiones económicas, peleas personales o de noviazgo. Se aprovechaba la situación para asesinar a los contrarios". Las envidias tuvieron parte de protagonismo. Joan Roca era un maestro paralítico que vivía en Porreres con la hermana del que fue alcalde franquista, Enric Julià. Un día después de tomar posesión, los falangistas fueron a por el docente y lo asesinaron. El motivo: el alcalde tenía miedo de que Joan se quedara con la herencia de su hermana.El historiador de Manacor describe que el clima de terror se agudizó por culpa del gobernador civil Mateu Torres Bestard, que fue ayudante de Franco cuando era comandante militar entre los años 1933 y 1935. De agosto a abril de 1937 fueron meses auténticamente sangrientos. "El cambio llegó con la destitución de Mateu Torres", indica Tugores. Con su sustituto, Josep Quint Zaforteza, "la represión tomó otro aire". Massot explica que a partir del abril de 1937 se instauró la "represión legal". Se celebraban consejos de guerra, aunque fueran "ficticios". Un ejemplo fue el juicio al alcalde republicano de Palma, Emili Darder. Tanto el obispo de Mallorca como religiosas testificaron en su defensa. Fue en vano. "Lo mataron para dar ejemplo", señala Massot. Igual que al diputado Alexandre Jaume o Antoni Mateu, alcalde de Inca. Joan Mas comenta que el asesinato de Emili Darder en febrero de 1937 fue "como un espectáculo". El historiador dice que muchos ciudadanos acudieron al cementerio de Palma para presenciar el fusilamiento. Incluso, relata, muchas mujeres aplaudieron los disparos.En febrero de 1939 llegó la ley de responsabilidades políticas. Los falangistas se quedaban con los bienes y propiedades de los republicanos. "Tenía carácter retroactivo", añade Tugores. La multa se diseñaba a medida. Si la infracción era pequeña pero el inculpado era rico, la sanción era enorme. Si era pobre, no tanto. Sea como fuere, las sanciones económicas no tuvieron punto de comparación con el sangriento verano de 1936 que dejó centenares de muertos. Los historiadores cifran entre dos mil y tres mil los fallecidos en la isla durante la guerra.
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