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Una región con más de cien fosas
Un estudio de la Universidad eleva a 7.000 las víctimas de la represión, mientras que el auto de Garzón sólo contabiliza 1.246, y todas en Gijón
Gijón, J. M.
La cifra de 1.246 desaparecidos asturianos, concretamente en Gijón, según lo consigna el juez Garzón en el auto que inicia sus indagaciones sobre la represión, sigue causando interrogantes. Según Rubén Vega, profesor de la Universidad de Oviedo que dirige, junto a Carmen García, el estudio sobre represaliados de la región, la fosa común de El Suco, en el cementerio de Ceares -la mayor de Gijón- «no contiene únicamente desaparecidos, sino represaliados judiciales, que pasaron por un consejo de guerra y fueron fusilados». Dicho de otro modo, la fosa, en su conjunto, podría contener «un número de víctimas superior a la cifra del auto», explica Amaya Caunedo -investigadora de campo en dicho estudio-, «pero no sólo de desparecidos extrajudiciales que hayan sido reclamado sus familias».
La distinción entre víctimas judiciales y extrajudiciales es clave para los investigadores de la Universidad. Sin embargo, Garzón utiliza el concepto, mas difuso, de «desparecidos». Son represaliados extrajudiciales los «paseados», por ejemplo; o las víctimas de interrogatorios con tortura y muerte; o los asesinados por venganzas personales. Y son judiciales los represaliados en consejo de guerra. Por tanto, en Ceares hay judiciales identificados y extrajudiciales, algunos identificados. El estudio de la Universidad de Oviedo, aún en elaboración, eleva a unas 7.000 las víctimas de la represión franquista, de los cuales «unos 3.000 lo fueron en consejos de guerra; y otros 3.700 son víctimas identificadas extrajudiciales», anota Rubén Vega.
En total, se ha tenido constancia hasta la fecha de «más de un centenar de fosas, desde aquellas que contienen una persona a la que tiene varios cientos», explica Caunedo. Existen fosas en cementerios: El Salvador (Oviedo), de judiciales fusilados, principalmente; La Carriona (Avilés), de judiciales y extrajudiciales, y Ceares (Gijón).
Lo particular de las fosas en cementerios es que cuentan con los libros de registro de las necrópolis, aunque también «con una porción grande de no identificados», comete Vega. Otro capítulo es el de las grandes fosas, como las de Grado o el Pozo Fortuna (Turón).
Fosas de diversos tamaños son las de Tarano (Teverga); lago Isoba (puerto de San Isidro), con combatientes y represaliados extrajudiciales de los dos bandos; Felechosa (Aller), etcétera. Existen también fosas individuales, casi con «un muerto en cada cuneta» -comenta Amaya Caunedo- en la carretera de Campomanes a Pajares, o en el puerto de San Isidro. Por último, se registraron matanzas en lugares que fueron utilizados por los dos bandos, y donde el mar fue la tumba: la Concha de Artedo, en Cudillero, y el cabo Peñas, en Gozón.
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