La Generalitat de Catalunya ayudará a anular 111.000 consejos de guerra
ALBERT MARTÍN VIDAL - Barcelona - 29/09/2008 22:02
El proceso iniciado para dignificar la figura de Lluís Companys tendrá continuidad. Ésa es al menos la intención de la Generalitat, que ha anunciado que pondrá los medios para que los casi 111.000 consejos de guerra que tuvieron lugar en Catalunya durante la inmediata posguerra puedan ser anulados.
"Con el proceso iniciado con Companys sentamos un importante precedente", explicó a Público la directora general de Memòria Democràtica, Maria Jesús Bono. Este lunes se celebró en el Palau de la Generalitat un homenaje al ex president con motivo del 68 aniversario de su deportación y fusilamiento. El acto no tuvo solo un carácter simbólico, ya que el propio ministerio de Justicia se sumó al mismo. "Este procedimiento burocrático tiene valor político, pero también supone en sí mismo una prueba más para, en su momento, pedir al Tribunal Supremo la anulación", añadió.
En busca de un reglamento
El recurso de nulidad sólo tiene viabilidad en casos acreditadamente injustos, por lo que en el caso del ex presidente, el hecho de que el Ministerio de Justicia reconociera ayer su dignidad será utilizado como prueba posterior para reclamar la nulidad del tribunal que le condenó. El conseller de Interior, Relaciones Institucionales y Participación, Joan Saura, anunciaba este domingo que acompañará a Maria Lluïsa Gally, nieta del ex presidente, cuando deba solicitar la nulidad en el Ministerio de Justicia.
El Govern, por su parte, hacía este lunes pública su voluntad de que el Ministerio de Justicia elabore un reglamento claro que tutele un derecho que se encuentra amparado por la Ley de Memoria Histórica. "Si ofrecemos este servicio a los ciudadanos es precisamente porque es un proceso difícil y porque tras la aprobación de la Ley no se ha desarrollado un reglamento que detalle cómo se deben presentar estas solicitudes", explicó.
Juicios masivos
En Catalunya, que durante la Guerra Civil no llegaba a los tres millones de habitantes, se celebraron casi 111.000 consejos de guerra, algunos de los cuales afectaban a diversos acusados. Bono comentó que será la Unidad de Fosas y Desaparecidos quien lleve a cabo este asesoramiento en un procedimiento que a día de hoy presenta una cierta complejidad y que en su momento propició las duras críticas de asociaciones de víctimas como la Comissió de la Dignitat y llevó a ERC a votar en contra de su aprobación.
La declaración de reparación y reconocimiento personal está prevista por la ley para todos aquellos que fueron condenados o sancionados por los órganos penales o administrativos de la dictadura franquista por motivos políticos, ideológicos o de creencia.
El hecho de que la Generalitat quiera asesorar a los ciudadanos que lo deseen en esta materia se debe en parte a las dificultades que presenta el proceso: la nulidad definitiva requiere de un acuerdo del Gobierno, de la comunicación al Fiscal General del Estado y de la decisión final del Tribunal Supremo. Algo que pocos particulares podrían afrontarse y muy alejado del proceso automático que algunos reclamaron cuando se discutió la Ley de memoria histórica.
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Cinco años por delante del juez Garzón
La Generalitat arrancó en 2003 un servicio de búsqueda de desaparecidos.
ALBERT MARTÍN VIDAL - Barcelona - 29/09/2008 22:49
Desde la séptima planta de un edificio de la Diagonal de Barcelona, siete personas se encargan de rastrear hechos dramáticos ocurridos hace más de 70 años a lo largo y ancho de España. Teléfonos, fax y conexión a Internet son sus herramientas para buscar cualquier resto documental que pudieran dejar los desaparecidos de ambos bandos durante la Guerra Civil.
Son la Unidad de Fosas y Desaparecidos de la Dirección General de Memoria Democrática, puesta en marcha por la Generalitat de Catalunya en 2003, la única esperanza de muchas familias para saber algo más de los últimos días de sus antepasados y, en algunos casos, llegar a saber dónde están enterrados. Este departamento ha atendido más de 2.300 casos. La mayoría de Catalunya, pero también de España y del extranjero.
«¡Gloriosa Catalunya!»
No hace mucho, los investigadores de este departamento recibieron la visita de una turista polaca que estaba pasando unos días en Barcelona. "Había leído en foros de Internet el trabajo que hacemos, y nos preguntó por el paradero de su abuelo, que había militado en las Brigadas Internacionales y desapareció durante la guerra", explica Juli Cuéllar, integrante de este equipo.
"La gente de fuera nos están muy agradecidos. No tienen la nacionalidad, pero se sienten muy ligados a estos hechos históricos y, en este sentido, se sienten huérfanos", dice Cuéllar, que recuerda con humor el grito "¡Gloriosa Catalunya!", exclamado por un usuario malacitano.
Queralt Solé, responsable del servicio, explica que la primera consigna que dan a los familiares es que necesitan tiempo. "Normalmente tardamos de un año a 18 meses. La mayoría lo entiende; dicen: ‘Después de 70 años, no viene de año y medio". Menos paciencia tienen los familiares más mayores, hermanos o hijos de los desaparecidos. "A menudo nos dicen que un año es mucho, que quieren saberlo antes de morir", apunta Solé.
El porcentaje de éxito de sus pesquisas se mueve en torno al 20%, una cifra discreta a causa de la tremenda falta de documentos escritos de esa época convulsa que han llegado a nuestros días. "Nuestro trabajo consiste en enviar oficios a ayuntamientos, archivos u hospitales para pedir datos. Normalmente colaboran, pero lo habitual es que no existan. Cuesta creerlo, pero hay muchas personas que vivieron y murieron no hace tanto de las que no hay el más mínimo rastro documental, y eso frustra a muchas familias", añade.
Los ejemplos son abundantes: los centros de reclutamiento tenían registros, pero han desaparecido. Lo mismo ocurre con los datos del ejército republicano. Ni siquiera los registros del sueldo que percibían han perdurado, ni la relación de las familias que por haber perdido a un familiar percibieron hasta 1938 una pensión.
Y uno de los pocos archivos que existen de la época, el de Ávila, sigue desclasificando documentos.
La batalla sin tumbas
"Los casos más difíciles que tratamos son los de la Batalla del Ebro. Hubo muchísima mortalidad, con muchas víctimas enterradas de cualquier forma, en una trinchera o en un agujero dejado por una bomba", relata Queralt. "Y tenemos desaparecidos de los que no se sabe nada: si los vieron camino al exilio, si fueron heridos aquí o allí... Nada".
Muchos de los usuarios de este servicio ven por primera vez, gracias a estos siete funcionarios de la Generalitat, la firma de sus abuelos. "Muchos nos dan las gracias, nos traen regalos de sus pueblos cuando vuelven de vacaciones y se emocionan", dice.
Una emoción que, en uno de cada cinco casos, acaba en una tardía visita al cementerio donde el desaparecido esperó visita durante siete décadas.
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