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El hijo de un represaliado de Corrales pide a la Alcaldía ayuda para recuperar a sus familiares
S. RAMOS. Corrales,
La decisión por parte del juez Baltasar Garzón de reclamar a las Administraciones y la Iglesia un censo de desaparecidos en la Guerra Civil, y años posteriores, ha sido determinante para que Francisco Álvarez Santos, natural de Corrales del Vino, nieto de Ángel Alvarez y sobrino de Lorenzo Alvarez, ambos fusilados en julio de 1936, se movilice y solicite colaboración al Ayuntamiento de Corrales para localizar el lugar donde fueron enterrados sus familiares, amparándose en la Ley de la Memoria Histórica aprobada por el Gobierno a finales de diciembre de 2007. «Mi padre, junto a mi abuelo y mi tío, formaban parte de la gestora socialista que surgió tras las elecciones municipales que dieron lugar a la Segunda República». Fue precisamente su padre, Alfonso Álvarez el primer detenido el 23 de julio de 1936, «por un cabo sargento del Ejército, tras convencerle de que se entregara ante la acusación que llegaba del ejercito sublevado de un delito de excitación a la rebelión». El militar prometió responder por él. «Eso le salvó la vida, pues le mandaron a la prisión de Zamora, en la que estuvo un año». A los pocos días del ingreso, su abuelo paterno y su tío Lorenzo con 20 años fueron fusilados «por falangistas» cuando se dirigían al centro penitenciario a llevarle ropa al detenido. Su progenitor, fue trasladado de la cárcel de Zamora a la prisión de Toro, en la que permaneció otros doce meses trabajando en el canal de riego. De ahí pasaría al penal de Santa Isabel, en Santiago de Compostela, donde le otorgan la libertad condicional tras la aplicación de reducción de condena por los trabajos realizados. «Le habían condenado a seis años y cumplió cuatro, relata su hijo. Han pasado más de setenta años para que Francisco se decida ahora a «recuperar a los míos y poder así, ofrecerles un entierro digno en su nombre y en el de mi familia afectada por las repercusiones de aquellos tremendo hechos propiciados por la Guerra Civil Española y la Dictadura». Desde la Asociación de familiares y amigos de represaliados de la Segunda República por el franquismo en Ponferrada y otras localidades se han puesto en contacto con Francisco para ofrecerle colaboración. En Corrales, según describe Francisco, no sólo fueron su abuelo y su tío los fusilados, sino que hubo otras seis personas, con nombres y apellidos. Una zona de la provincia donde se cebó la represión, como en San Miguel de la Ribera, El Perdigón o Moraleja del Vino, entre otros. En Peleas de Arriba «hay un pago El Cubeto, que era donde llevaban a fusilar a los extremeños». La familia de Francisco, de albañiles y picapedreros, era conocida por su buen hacer en el oficio. Un trabajo del que siguió viviendo su padre, una vez recobrada la libertad. «Yo tendría diez años y recuerdo perfectamente cuando Juan Pintas, un vecino de Santa Clara de Avedillo, contrató a mi padre para hacer una casa en este pueblo. Era el primer trabajo que obtenía y hasta ahí nos trasladamos a vivir un año». El Gobierno, tal y como ha anunciado a principios de octubre, desarrollará el cuerpo normativo de la Ley de Memoria Histórica, en el que se contempla la posibilidad de elaborar un mapa de fosas para el que se ha pedido la colaboración de ayuntamientos y comunidades antes de proceder a la exhumación de los restos. La premisa es, máxima colaboración y compromiso, ante el derecho que tienen familiares de fusilados, desaparecidos y enterrados a partir del 18 de julio de 1936, fecha del alzamiento nacional, a cerrar heridas y recuperar parte de su memoria individual y colectiva Francisco ha dado los primeros pasos ante el Ayuntamiento de Corrales, si bien él cree que sus familiares fueron llevados al cementerio de San Atilano en la capital. «Un día hablando con el sargento que le salvó la vida a mi padre, fue lo que me dio a entender. Y además me reveló que mi abuelo se enfrentó a sus verdugos dando un mitin cuando le fueron a fusilar». El mismo, muestra otro escrito, por el que solicita al Ayuntamiento de Corrales el cambio de denominación de las calles que tienen relación con la dictadura franquista. «A mi me nacieron en Corrales del Vino, el pueblo donde todavía se conserva una casa de mi familia, entre la calle Primo de Rivera y la calle la Cruz». Francisco Álvarez , que vive actualmente en Avilés, sufrió las consecuencias de las represalias del régimen cuando con 22 años solicitó el pasaporte para irse a Alemania a trabajar, documento que le fue denegado por no ser afín al régimen. Esta circunstancia le llevó a emigrar a la ciudad asturiana donde ha trabajado en oficios de montaje y construcción metalúrgica. «A Corrales ya casi nunca voy, pero todavía me quedan algunos buenos amigos, entre ellos el hermano de mi primera mujer, que es socialista y ha estado como concejal en alguno de los ayuntamientos democráticos».
Por su parte, desde el Ayuntamiento de Corrales y dentro de sus competencias, se ha ofrecido colaboración para la indagación, localización e identificación a aquellos descendientes directos de las personas implicadas en la represión de la dictadura franquista. Además su alcalde, José Alfonso Martín, ha asegurado que desde el equipo de Gobierno se está trabajando para cambiar la nomenclatura actual de determinadas calles del pueblo relacionadas con esa etapa. Corrales mantiene aún en su callejero los nombres de José Antonio Primo de Rivera, Generalísimo o General Mola, entre otros. «Pero todo lleva su tiempo, porque tratamos de rescatar los nombres tradicionales de estas calles y no es fácil».
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