lunes, 15 de septiembre de 2008

El juez Garzón estudia una segunda hipótesis sobre la fosa de Lorca.

Fuente: Diario de Cádiz.

El juez Garzón estudia una segunda hipótesis sobre la fosa de Lorca

Diario de Cádiz - hace 17 horas

Familiares de Dióscoro Galindo solicitan que se excave 430 metros al sureste del lugar que Ian Gibson situó como enterramiento de los restos del poetaElena Llompart / Granada Actualizado 15.09.2008 - 08:09

Después de tres décadas de consenso, la ubicación de la fosa común más investigada de todos los desaparecidos de la Guerra Civil y el franquismo -la de Federico García Lorca- es puesta en duda. Nieves Galindo, la nieta del maestro de Pulianas enterrado con el poeta, ha presentado al juez Baltasar Garzón las coordenadas de una segunda posible ubicación, situada 430 metros al sureste del Parque Federico García Lorca, punto en el que hasta ahora se había fijado el supuesto enterramiento de los restos, según la versión defendida por el hispanista irlandés Ian Gibson.

La nueva hipótesis, amparada por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) de Granada, se basa en las investigaciones llevadas a cabo por Eduardo Molina Fajardo y Agustín Penón, esta última recogida por Marta Osorio en la obra Miedo, olvido y fantasía, así como en numerosos testimonios.

De todos ellos, el aportado por un testigo del lugar donde el poeta pasó sus últimas horas es clave. Según el presidente de la asociación, Francisco González, el testigo Valentín Huete García, le señaló a sus ochenta años el lugar de la fosa. Huete fue un "observador obligado de todos los asesinatos cometidos por las fuerzas sublevadas" que estaban al mando de José María Nestares Cuéllar ya que vivía en el conjunto de edificaciones en el que se estableció la cárcel de Las Colonias, en la que pasaron sus últimas horas Lorca, Galindo y los banderilleros Francisco Galadí y Joaquín A. Cabezas.

Según consta en la documentación entregada a Garzón, a la que ha tenido acceso este periódico, existen numerosos testimonios de habitantes de Víznar sobre la "certeza de que la fosa está en un paraje distinto al que se había fijado", en Alfacar. Estos testimonios apuntan a un espacio más próximo a Víznar y al Camino del Obispo, pero en "un punto situado en el nivel superior a su recorrido".

Hasta allí llegó González con el acequiero de Aynadamar, Ángel Sánchez Fernández, quien le señaló la piedra bajo la que afirma que están los restos de los cuatro fusilados en la madrugada del 18 de agosto de 1936. Las coordenadas, según la documentación remitida al juez de la Aduciencia Nacional son 37º 14' 31,10'' de latitud Norte; 3º 33' 00,59'' de longitud Oeste.

En la obra póstuma del periodista Eduardo Molina Fajardo, Los últimos días de García Lorca, la entrevista del autor a Pedro Cuesta Hernández, miembro de las fuerzas al mando del capitán Nestares, arroja luz sobre la ubicación en la misma línea que Huete García. Molina Fajardo obtiene un croquis con el lugar de la fosa, que "claramente describe el paraje que dijeran Valentín Huete García y Ángel Sánchez Fernández, con un evidente distanciamiento del lugar señalado en el interior del Parque Federico García Lorca", señala González.

Otro de los trabajos que coincide con esta hipótesis es la obra Miedo, olvido y fantasía, en la que Marta Osorio rescata la exhaustiva investigación que realizara Agustín Penón en 1955-1956.

El presidente de la asociación granadina pide que se excave también el interior del Parque Federico García Lorca. Se trata de una segunda opción, hasta ahora la oficial y que se corresponde con las investigaciones del hispanista Ian Gibson, vertidas en su primer libro, El asesinato de García Lorca.

En opinión de Francisco González, es posible que se produjera una equivocación "a causa de la similitud del paisaje", también por "el miedo de ambos testigos" además de que, bajo su punto de vista, los años transcurridos desde el asesinato en 1936 y la identificación, en 1955, sin que se volviera al paraje, constituyen un lapso de tiempo que podría haber contribuido a la posible esquivocación.

La nieta de Dióscoro Galindo, Nieves, declaró a esta redacción que espera un cambio de actitud de la familia García Lorca, que siempre se ha opuesto a abrir la tumba, y no entiende "cómo los familiares del poeta prefieren tenr los restos de su ser querido bajo un montículo de tierra.
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