martes, 16 de septiembre de 2008

La memoria de Garzón.

Fuente: La Nueva españa. http://www.lne.es/

La memoria de Garzón

La Nueva España -

FERNANDO PRENDES

La última investigación del juez Garzón en la Audiencia Nacional ha levantado nuevamente ampollas, ríos de tinta y verdaderas tempestades de acusaciones entre Gobierno socialista y oposición popular. Lo cierto es que si los unos hacen bandera, los otros hacen trapo, pero hay un dato real y objetivo: y es que la Guerra Civil aún sigue estando presente. Lo que resulta verdaderamente llamativo es que la Audiencia Nacional, con ingentes cantidades de sumarios y trabajo acumulado, ahora de repente abra un nuevo caso, para el que sinceramente creo no hay medios ni tiempo para desarrollar correctamente. Desde un punto de vista operativo, los medios necesarios para investigar las desapariciones y muertes en la Guerra Civil serían ingentes, y, desde luego, el sistema judicial español no los posee. Unido a ello, la falta de medios, de voluntad colaboradora ya anunciada por algunas instituciones (la Iglesia, por ejemplo), y la ausencia real tanto de testigos potenciales, material probatorio o culpables (por el tiempo transcurrido) hacen que la investigación de Garzón pueda acabar convirtiéndose en un «brindis al sol», al que ya, por cierto, nos tiene muy acostumbrados.

La posición del Gobierno no es tampoco sincera, aplaude la iniciativa de Garzón, pero no pone medios económicos, materiales o humanos para secundarla. La propia ley de la Memoria Histórica acaba convirtiéndose en papel mojado cuando ves que una autovía pasa por encima de una fosa común, que a una huérfana de guerra se le deniega la pensión arbitrariamente o que aquí, en la comarca de Avilés, el principal centro de detención (la Quinta Pedregal) y los principales lugares de enterramiento no gozan de ningún tipo de reconocimiento por parte de las administraciones públicas. El Gobierno debe dar el callo en el tema de la ley de la Memoria Histórica y dejar de un lado la retórica y el mensaje fácil, e implicarse decididamente y asumir un compromiso real con las víctimas y sus descendientes.

No entiendo que a alguien le pueda molestar que una persona busque a un padre que no ha conocido, o a un hermano o a un abuelo..., es algo que no me entra en la cabeza. No se trata de abrir una herida del pasado, es, precisamente, intentar cerrarla. Crecer sin un padre, sin un marido, no saber siquiera si lo han matado o dónde está enterrado, unido eso al hambre vivido, a los años de vergüenzas y desprecios (hasta 1979 el fenómeno no era reconocido por nadie), son cosas que sólo sabe quien las ha vivido. A esa persona no se le puede pedir que olvide y duerma tranquila, a esa persona no se le puede denegar una pensión de 132 euros, a esa persona no se le pueden tapar los ojos con palabras.

Que el tema no es parte del pasado es claro, a favor y en contra, y es un tema que hay que afrontar con decisión y valentía. Quizá no sean ni Garzón ni la justicia los más competentes para resolver la cuestión de las decenas de miles de desaparecidos en España (con los cientos de miles de sumarios pendientes que tienen). Quizás esta investigación correspondiese más bien a la Administración pública, que debería crear al respecto una gran plataforma formada por Gobierno, comunidades autónomas, ayuntamientos, universidades, Iglesia... y que juntos pusieran los medios y recursos para zanjar definitivamente las heridas de la guerra. Es difícil, pero es un tema plenamente abierto, y esperamos que nadie más tenga que vivir con la desazón de tener a un padre, a un hijo o a un hermano desaparecidos.

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