viernes, 3 de octubre de 2008

La historia enterrada.

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La historia enterrada

03-10-2008 - Por Ezequiel San José

[Ezequiel San José –Madrid, 1921- fue un represaliado del franquismo. A los 10 años se inició como aprendiz de ebanistería, pasó luego a colaborar con la UGT y en 1936 se afilió a las Juventudes Socialistas Unificadas. En 1938 fue voluntario a las Unidades Comunistas del Ejército Popular, más conocidas como “El Quinto Regimiento”. En 1939 pasó a la clandestinidad, fue luego detenido y condenado en dos Consejos de Guerra, pasando 14 años en la cárcel. En 1962 se exilió en Francia. En la actualidad milita en el PCE y en IU de Albacete].

Al cabo de los años mil el Parlamento aprobó una ley que de manera oscura y deficiente trata de rescatar del olvido alguno de los crímenes cometidos por el franquismo durante cuarenta años. Posiblemente la mayoría de los que cometieron aquellos crímenes y de quienes los ordenaron ya estén muertos y aunque se pretendiera, que no es el caso, no podrían ser juzgados y condenados.

Aquí, en la España actual ¿por fortuna?, no somos como los israelíes, que organizada y metódicamente continúan buscando y cazando a los nazis que asesinaron a millones de judíos en los campos de concentración.

Conviene resaltar que la idea de la Reconciliación Nacional fue, en nuestro país, una idea de la izquierda que se opuso y luchó contra la dictadura, de gentes que buscaban la paz. Pero la reconciliación, la paz, no debió significar silencio, ignorancia, olvido…

Está claro que la guerra de España y sus consecuencias trágicas tuvieron su origen en la sublevación de parte del ejército encabezado por generales que, rotos sus juramentos, se enfrentaron al gobierno legítimo de la República. Y conviene incidir en esto, pues la derecha en general y la Iglesia, repiten constantemente que los “rojos” asesinaron a infinidad de “gentes de orden” mientras las “autoridades nacionales” se limitaron a hacer justicia.

Las “gentes de orden” que murieron no habrían muerto sin el alzamiento militar que en su programa (consúltense las notas de Mola) planifica la imprescindible eliminación física de los partidarios del Frente Popular desde el comienzo del golpe. Y Mola, no se olvide, fue el director de la conjura. En Navarra y su entorno las tropas a sus órdenes, incluidas las milicias carlistas cometieron miles de asesinatos.

El golpe contra el gobierno republicano desconcertó a unas autoridades no muy izquierdistas. En dicho gabinete no había ningún ministro socialista, comunista ni anarquista, y eso conviene no ignorarlo. Ante el caos y el descontrol gubernamental, quienes se enfrentaron a los golpistas fueron unas heterogéneas fuerzas populares compuestas de sindicalistas y militantes de izquierdas apoyados por sectores minoritarios de fueras de orden público, marinos y soldados mal armados.

La reacción popular contra los sublevados, las milicias de Falange, la Iglesia y la derecha en general es comprensible, ¿violenta anárquica en ocasiones? Sí, pero: ¿Quiénes iniciaron la guerra?

Cierto sector del pueblo reaccionó irritado: las derechas, otra vez, trataban de arrebatarle sus conquistas y aún sus esperanzas. Y el pueblo no se equivocaba: la victoria fascista lo demostró.

Otro aspecto de la cuestión que la derecha silencia es que la guerra española es la primera guerra fascista que sufrió Europa. Y a los fascismos, salvo aquí en España, se les ha condenado universalmente.

A quienes veíamos razonables las actuaciones de jueces españoles contra miembros de las dictaduras chilena o argentina, nos sorprendía la ignorancia de nuestra Justicia sobre el genocidio cometido aquí por los fascistas.

En España el franquismo reprimió, torturó, asesinó a millones de personas y tales crímenes según las leyes internacionales en vigor no prescriben. Escandaliza la postura de la derecha y de buena parte de la Iglesia ante una ley que aprobada por el Congreso, no pretende perseguir a asesinos, sino simplemente desenterrar cadáveres de fosas comunes y cunetas para que sus familiares les den digna sepultura. Desenterrar a las víctimas del franquismo no cuestiona la sacrosanta Transición a pesar de que dicha transición no sea totalmente incuestionable.

Destacados intelectuales e historiadores aseguran que el cumplimiento de tal ley además de mitigar el dolor de las familias de muchos muertos contribuirá a abrir espacios de realismo y claridad en nuestra Historia. Y sería conveniente que al descubrimiento y análisis de las fosas y de los restos, organismos municipales, provinciales, regionales y estatales contribuyeran científica y económicamente, aportando datos y documentos de sus archivos.

Muchos de los asesinados carecerán de familiares vivos, pero un sector importante de nuestro pueblo afín a las ideas de los sacrificados ignominiosamente se sentirá honrado con la apertura de sus fosas y el entierro decente de sus muertos.

En Albacete y provincia se ha trabajado menos en tal sentido que en otros lugares del país. ¿A dónde han ido a parar los restos de los centenares de fusilados en las tapias del cementerio de la capital? La mayoría fueron sepultados, hacinados en enormes fosas comunes en los patios posteriores que el cementerio tenía en aquellas fechas. En el Ayuntamiento deben existir pruebas documentales.

¿Y la Diputación provincial, sabe algo de lo ocurrido en los pueblos? Lo de Villarrobledo y sus barreros, tan horrible, no ha trascendido enteramente, puesto que a mucha gente la arrojaron allí, unos muertos y otros aún con vida cubriéndoles con cal, sin que sus asesinos anotaran sus nombres en ningún papel.

Pero hay algo todavía peor que lo de los barreros de lo que poco o nada se habla. Al terminar la guerra, los soldados republicanos que yacían en las instalaciones de un hospital militar curando sus heridas fueron sacados violentamente de sus lechos y encerrados en el refugio antiaéreo que se abría bajo la Plaza Mayor. Se tabicó la entrada del refugio y se les dejó morir allí. Años después, por la noche, la Guardia Civil ocupó la plaza y vigiló la extracción de los cadáveres.

¿Dónde se les sepultó después? ¿Tiene la Benemérita algún documento de aquello? ¿No sabe nada el actual alcalde que además es presidente de la Diputación provincial de Albacete?

La ley de la Memoria Histórica trata, a parte de las fosas y los muertos, otras cuestiones. Plantea la conveniencia de suprimir nombres franquistas que todavía rotulan muchas calles en ciudades y pueblos y el traslado o demolición de monumentos en honor de la dictadura y sus agentes.

¿Hay que preguntarle a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha si se le ha ocurrido demandar al Ministerio de Fomento la destrucción o traslado a lugares menos visibles de los monolitos de mármol que en la antigua carretera de Alicante a Madrid se yerguen en homenaje a José Antonio Primo de Rivera?Albacete, octubre de 2008Ezequiel San José

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