El Gobierno acelera la Ley de Memoria Histórica
Este mes se aprobará el grueso del desarrollo de la norma. Habrá finalmente mapa oficial de fosas.
JUANMA ROMERO - Madrid - 01/10/2008 21:58
España va recuperando su historia más dolorosa. La que castigó el franquismo y olvidó la Transición. Lo hizo primero con la Ley de Memoria Histórica, aprobada en 2007, en el último aliento de la pasada Legislatura. Y lo hace ahora, dando cuerpo normativo a aquello que las Cortes Generales rubricaron. Porque es en este mes de octubre cuando el Gobierno pretende completar todo lo que le mandataba la ley. La Moncloa aprovecha el viento favorable que sopló el juez Baltasar Garzón al reclamar a las administraciones –y a la Iglesia– un censo de los desaparecidos en la Guerra Civil y en los años posteriores.
La primera y tímida revelación de los planes del Ejecutivo emergió ayer en la sesión de control en el Congreso. Y fue por requerimiento del coordinador general de Izquierda Unida. Gaspar Llamazares instó a la vicepresidenta a cumplir con su "obligación legal y moral" de desarrollar la Ley de Memoria. "Tenemos la impresión de que el Gobierno se olvida de la norma que él mismo ha aprobado", sostuvo.
María Teresa Fernández de la Vega le respondió con el anuncio: la Moncloa tiene ya "casi ultimado" el desarrollo de la ley. No dio más señas.
Cuatro normas
Las hay. Según confirmaron fuentes de la Vicepresidencia a Público, el Gobierno se ha dado de plazo "este mes" para redondear la recuperación de la memoria histórica. Lo hará de forma escalonada. Y comenzará este viernes, cuando el Ejecutivo remita al Consejo de Estado, el máximo órgano consultivo, cuatro proyectos de reales decretos.
Uno, el que regulará la emisión de las declaraciones de reparación a los que sufrieron persecución en la guerra o en la dictadura. Dos, el que articulará las indemnizaciones a los fallecidos por defender la democracia a finales de los sesenta y en los setenta. Tres, la norma que concederá la nacionalidad española a los brigadistas internacionales. Y cuatro y último, el real decreto que reorganizará el Archivo General de la Guerra Civil, alojado en el Centro Documental de la Memoria Histórica, con sede en Salamanca.
Bajo la tutela de De la Vega
Una vez que se pronuncie el Consejo de Estado, el Ejecutivo tendrá vía libre para aprobar las cuatro normas, que entrarán en vigor con su inmediata publicación en el BOE. En paralelo, el Gobierno desplegará los aspectos "menos complejos" de la ley. Aquellos que requieren menos pasos, y para los que bastan simples instrucciones ministeriales, "coordinadas" en todo caso por De la Vega, insisten fuentes de la Vicepresidencia.
Quedaría un último fleco, el más simbólico: el dibujo del mapa de fosas
Para dos objetivos –facilitar la nacionalidad a hijos y nietos de españoles y el acceso a las actas de defunciones de los muertos durante y después de la contienda– se implicará a la Dirección General de Registros y Notariado. Para ejecutar la retirada de símbolos franquistas, se contará con otra dirección general, la de Bellas Artes y Bienes Culturales. Será también competencia del departamento que dirige César Antonio Molina la regulación del acceso a los fondos de los archivos públicos y, sobre todo, los privados. Finalmente, otro acuerdo del Consejo de Ministros pondrá en marcha la elaboración de un censo de obras realizadas en la posguerra mediante trabajos forzosos.
Aún quedaría un último fleco. Quizá el más simbólico: el dibujo del mapa de fosas. Para ello, el Gobierno debe acordar con los ayuntamientos y las comunidades autónomas cómo proceder a las exhumaciones. "Queremos consensuar el protocolo de forma ágil y rápida, para que dispongamos cuanto antes de la radiografía de los enterramientos", afirman desde el Ejecutivo socialista.
La premisa es "máxima colaboración y compromiso". Con Garzón y con las víctimas en un asunto "muy doloroso para todo el mundo", recordó ayer De la Vega. "El Gobierno debe ayudar a las familias que quieren cerrar sus heridas porque al final hablamos del derecho de los protagonistas y sus allegados a recuperar su memoria individual y colectiva". La maquinaria, si no hay contratiempos, ya está rodando.
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El filme que puso a un pueblo frente a su espejo
Un cineasta francés recoge los testimonios de los vecinos de su abuelo, un guerrillero malagueño fusilado en 1946
MAGDA BANDERA - Valle de Abdalajís (Málaga) - 01/10/2008 22:13
"Siempre vi a mi padre con angustia, pero no sabía por qué la sentía. Con los años, intuí que tenía que ver con la foto del abuelo que colgaba al final de las escaleras", explica el director de cine francés Joseph Gordillo (Marly, 1965).
El autor de El muro de los olvidados, el documental sobre los republicanos represaliados en el Valle de Abdalajís (Málaga) que estos días se exhibe en el Festival de Cine Español de Toulouse, se pasó años preguntando qué le sucedió a su abuelo paterno, pero nunca logró arrancar más que un lacónico "se murió en la guerra". Nadie estaba dispuesto a explicarle cómo ocurrió. Aún más inquietante fue el silencio que siguió a la pregunta "Papá, ¿el abuelo no tiene tumba?"ç
Con el tiempo, Gordillo se hizo corresponsal de guerra. "De manera inconsciente fui a Ruanda, Yugoslavia, Irak, Argentina... En todos esos lugares me contaban historias que me resultaban familiares", compara. Finalmente, hace cuatro años decidió conocer la suya propia. Llamó a Pepe, el amigo de los veranos que su familia pasaba en el Valle, y se sorprendió a sí mismo al anunciarle que pensaba ir al pueblo a conocer la verdad.
–Tú estás loco. Eso es un tabú en el pueblo, tú no sabes lo que es "eso", se alarmó Pepe.
La idea disgustó a su padre, que le pidió que no lo hiciera, pero ya estaba decidido. Durante días, Gordillo buscó a alguien que hablara con él, pero descubrió que también allí existía un muro tan imponente como el del cementerio de este pueblo de 3.000 habitantes. Frente a él fusilaron y enterraron a los republicanos. Sus restos, con impactos de bala y las manos atadas, aparecieron durante una ampliación del camposanto en 2006, pero el alcalde (PP) ordenó que no se removieran aquellas fosas.
Contarlo delante de la cámara
A una de ellas arrojaron el cuerpo del abuelo de Gordillo, un maquis asesinado por la guardia civil en 1946. Los detalles de aquella noche se los contó su padre en persona. "Cuando volví, sin apenas testimonios, me ofreció ayuda. "Bajamos juntos al Valle y me fue indicando con quién podía hablar y con quién no". Lo más impactante fue su relato. "Solo me lo contó una vez y fue delante de la cámara", dice.
Francisco Gordillo, el niño al que le mataron al padre a los nueve años en la esquina de su calle, estaba "cenando fideos" cuando los guardias civiles se llevaron al hombre al que nunca pudo llamar papá para que nadie sospechara que lo tenían escondido.
Recordar ese tipo de detalles produjo un efecto liberador en Paco. "Ahora veo que era importante hacer esta película", afirma. Su hijo recuerda reacciones similares durante los tres días de proyecciones en el Valle: "Al principio no entendí nada. La sala se llenó de gente que quería ver a sus vecinos contar experiencias similares a las suyas, pero nada más acabar se iban corriendo. Luego descubrí que estaban llorando. En Francia, la gente comenta lo que ve. En el pueblo, se estaban viendo a sí mismos en un espejo".
Ahora varios descendientes de los represaliados piden que se abran las fosas y denuncian la falta de apoyos a nivel estatal. El nuevo ayuntamiento (PSOE) solo proyecta colocar un monolito. "Tras el documental, mi familia ya no siente angustia. Pero mi padre y yo queremos abrir las fosas. No basta con un monolito. Un monumento es un compromiso, pero abrir las fosas es comprometerse, como "ellos hicieron".
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El corazón tiene buena memoria
02 Oct 2008
ANTONIO AVENDAÑO
Si Carlos Saura filmó en 1980 la memorable Deprisa, deprisa, el presidente Zapatero parece tentado de rodar en 2008 la no menos memorable Despacio, despacio. El Gobierno remolón podría tener, en efecto, la sigilosa tentación de hacer con la memoria histórica lo mismo que ha hecho con la inmigración: decir y hacer cosas distintas y aun contrarias a las que decía y hacía apenas un año atrás. Zapatero tuvo la audacia de incluir en su agenda un asunto como la memoria histórica que Felipe González, por biografía personal y oportunidad política, jamás habría incluido. Al hacerlo, el presidente conquistó el corazón de mucha gente. Pues bien: cuidadito con los corazones conquistados, que son muy suyos y tienen una memoria tal vez no histórica, pero sí de elefante, que no olvida una.
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