lunes, 8 de septiembre de 2008

Diario de Mallorca: Reparación histórica

Fuente: Diario de Mallorca.

Reparación histórica

La providencia que el juez Garzón ha dirigido a diversos ayuntamientos, organismos e instituciones, entre ellas la Abadía del Valle de los Caídos y la Conferencia Episcopal, para que pongan a disposición de la policía judicial sus archivos y obtener así un censo completo de los desaparecidos durante la guerra civil y el franquismo, es un paso decisivo para lo que se ha venido a llamar la recuperación de la memoria histórica. Hasta ahora, a pesar de la recién aprobada Ley de Memoria Histórica, quienes han llevado el peso de las investigaciones han sido asociaciones privadas y de familiares de los desaparecidos, excavando en fosas comunes y rebuscando en archivos, pero sin poder ir más allá. Por tanto, de lo que se trata es que sean las propias instituciones del Estado las que se hagan cargo de este proceso y puedan proceder en consecuencia. Eso es al menos lo que pretenden ocho de estas asociaciones - entre las que se encuentra la de Mallorca- que presentaron la denuncia ante la Audiencia Nacional y que ha motivado esta intervención judicial. Ha pasado ya muchísimo tiempo y tanto la guerra civil como las causas que la provocaron han dejado de ser motivo de enfrentamiento político en la sociedad española. Tras la muerte del dictador, algunos decidieron enterrar con él parte de la memoria, a fin de pactar el tránsito hacia la democracia sin revanchismos de ningún género. La ley de amnistía de 1977 supuso la prescripción de los delitos políticos que indiscutiblemente se cometieron durante y después de la guerra civil. Pero ahora, treinta años después, no queda más remedio que reconocer que la transición, cuyas virtudes nadie discute, cerró en falso uno de los períodos más oscuros de nuestra historia: los responsables no fueron juzgados y, lo peor, las víctimas - infinidad de ellas - condenadas al olvido. Hasta que sus nietos decidieron que había llegado el momento de pasar a la acción y buscar en la tierra y en los papeles los restos o un rastro de quienes fueron "desaparecidos" por el franquismo.

Sin embargo, el impagable trabajo llevado a cabo por las Asociaciones para la Recuperación de la Memoria Histórica no se centra exclusivamente en la búsqueda de desaparecidos sino, con ellos, en la recuperación de la dignidad colectiva. Quizás ya no se pueda juzgar a quienes asesinaron u ordenaron asesinar por razones políticas y escondieron los cadáveres, pero sí hacer justicia con los desaparecidos, devolviéndoles su identidad ante sus familias, la sociedad y la historia. Parecía un contrasentido, y lo es, que la Audiencia Nacional, a la que la Fiscalía aconsejó archivar las denuncias por afectar a delitos que ya prescribieron, no investigue en España y sí trate de esclarecer desapariciones ocurridas en Argentina o Chile. La providencia de Garzón tiene la virtud de exigir del Estado la confección de un listado de las víctimas y de los desaparecidos del franquismo, algo que incomprensiblemente aún no existe y que ha de servir para poder cerrar con la mayor dignidad posible el capítulo más trágico y amargo de la historia española del siglo XX. No se trata de reabrir heridas del pasado, ni de animar revanchismos, sino de llenar los espacios de la memoria que la dictadura hizo invisibles. Lo que Garzón pretende es que el olvido no afecte a la justicia y, haciendo caso a las asociaciones denunciantes, conocer exactamente hasta dónde llegó la tragedia humana y mantener viva la memoria histórica sobre unos hechos que jamás debieron producirse.
___

La excusa se llama Paracuellos del Jarama - Opinión - Diario de ...

JOSÉ JAUME

Paracuellos se ha convertido en el gran argumento de la derecha para oponerse a que se desentierren a los asesinados por los golpistas durante y después de la Guerra Civil, porque esa es otra: en la década de los cuarenta el general Franco despachó ante los pelotones de fusilamiento a miles y miles de desgraciados en farsas de consejos de guerra o simplemente prescindiendo de cualquier formalidad. Los asesinatos de Paracuellos son, para la derecha, la coartada perfecta: ellos no dicen nada sobre el asunto y los demás se quedan sin saber dónde están los huesos de sus padres y abuelos. La exhibición de cinismo es espeluznante.Resulta que en Paracuellos del Jarama hay un cementerio en el que, al traspasar su umbral, puede leerse: "Cementerio de los Mártires de Paracuellos". Los allí salvajemente asesinados en 1936 -Santiago Carrillo podría explicar algunas cosas que sigue indecentemente callando- están identificados, han recibido sepultura y han sido honrados por sus familiares y por todos quienes han querido hacerlo a lo largo de décadas. La pregunta es muy sencilla: ¿por qué no puede hacerse lo mismo con los asesinados por los militares golpistas, los falangistas y demás escuadrones de la muerte?

La iniciativa del juez Garzón no es la de perseguir a los asesinos -no creo que quede ninguno en este mundo- ni criminalizar a nadie sino algo mucho más íntimo: que los que llevan esperando toda la vida puedan, por fin, enterrar a sus muertos, después de averiguar dónde están, y que quienes sí lo saben, como los que se hallan en el despreciable mamotreto del Valle de los Caídos, tengan la alternativa, si lo desean, como hay casos, de sepultarlos junto a los suyos, porque esa es su inviolable voluntad.

Pero, a lo que se ve, la derecha no quiere permitirlo. Rajoy, cada vez más perdido, dice que hay que mirar al futuro y no reabrir heridas. No se entera de que está abierta y supura, que nunca cicatrizó y que no lo hará hasta que la postrera reparación se consume. Quienes insultan a Garzón y aseguran que su actuación obedece a un intento de desviar la atención de la crisis económica para ayudar al Gobierno, lo que de verdad temen es que la recuperación de la memoria explique a muchos, que siguen ignorando casi todo, lo que pasó y cómo sucedió. En ellos parece estar asentado un poso de mala conciencia que no consiguen disipar.

Entre las reacciones que ha suscitado el auto del juez Garzón destaca, como siempre, la de nuestros inefables obispos. La Iglesia católica se ha apresurado a quitarse del centro de atención. La cosa no va con ella. Seguro que no dará ninguna facilidad al juez para que pueda investigarse en sus archivos. Lo hizo todo para que se elevara a los altares a sus "mártires", también asesinados. Los ha glorificado. ¿Por qué no demuestra un poco de humanidad y colabora para que los otros muertos sean dignamente sepultados? Una última mentira que conviene desmontar: tanto el PP, con Rajoy al frente, como quienes se oponen a que se haga una simple reparación, señalan que la Constitución de 1978 consagró el olvido de tan trágica época. Mentira: la Constitución establece una reglas de juego. Nada más, y no es poco. Enterrar a los muertos -precepto que la Iglesia católica siempre ha exigido salvo con los republicanos de la Guerra Civil y la cruel posguerra- y conocer cuál ha sido nuestra historia no forma parte de ningún pacto. Sería una no ya irresponsabilidad sino una gran locura que así fuera.

No hay comentarios:

¿DONDE ESTA?

¿DONDE ESTA?
IN MEMORIAN