_
Memoria en España
Milenio
Martes, 2 Diciembre, 2008
Oculto entre la marejada de hechos destacados que están sucediendo este principio de fin de año, no se debe dejar pasar el fortalecimiento de la memoria histórica que está viviendo España a través de la recuperación de los restos óseos de gente asesinada por el franquismo y que ahora podrá descansar en la tierra escogida por sus descendientes. Además, sus lesiones nos son de plena actualidad.
La historia comenzó con el intento del juez Baltazar Garzón por investigar la rebelión que llevó al poder a Francisco Franco, la cual empezó el 17 de julio de 1936 y sumió al país europeo en una guerra civil que aún está ahi, viva.
El juez se declaró competente para investigar esa rebelión y entre otras medidas, ordenó investigar sitios donde presuntamente se ubicaron fosas comunes, en las cuales decenas, cientos de republicanos fueron enterrados por las huestes franquistas.
En el terreno judicial de inmediato se prendieron las luces de alerta. España de tiempo atrás ha modificado sus leyes para declararse competente en la investigación de crímenes de lesa humanidad sin importar lugar o fecha. En ese marco estuvo a punto de juzgar a Augusto Pinochet, que de una manera similar a la de Franco, derrocó al presidente chileno Salvador Allende.
Ahora la justicia española ha recibido la queja para investigar la muerte de varios sacerdotes jesuitas muertos en El Salvador en la guerra civil que asoló a ese país hace unas cuantas décadas. Aún no se sabe si procederá el juicio, en donde varios de los presuntos responsables siguen vivos, pero el hecho mismo de conocerse la demanda, ha puesto nerviosos a varios de ellos y conseguido que el expediente reviva.
En el caso de la rebelión franquista la Audiencia Nacional ya declaró que no tiene competencia para juzgarla, debido a que como tal, la rebelión no se encuentra en la lista de delitos que puede investigar, según decidió apenas el pasado viernes 28 de noviembre.
Detenido el proceso judicial, ha seguido adelante la ubicación y exploración de sitios usados como fosas comunes, las cuales ha comenzado a aparecer y al ser exploradas también los cadáveres de los leales a la república, aunque se sospecha por los testimonios de los descendientes de esos fallecidos, que habría mucha gente del pueblo muerta en la “confusión” que suele acompañar a esos sucesos traumáticos para los pueblos.
Una de las tumbas fue encontrada en Málaga, donde de acuerdo a los testimonios de la época en una sola de las fosas comunes pudo darse sepultura obligada a alrededor de cuatro mil 500 personas. Algunos esqueletos han visto de nueva cuenta la luz luego de casi tres cuartos de siglo, acompañados de evidencias de que fueron muertos a balazos, muchos con el tiro de gracias, y aún con alambres rodeando lo que fueron sus manos.
Junto a las reacciones de escándalo por querer revivir esos duros recuerdos, ha habido otras de mayor verticalidad, por ejemplo, la del pueblo de Ferrol, lugar de nacimiento del Generalísimo Francisco Franco, que de manera paralela al proceso antes descrito, acaba de decidir la semana pasada también, retirarle post mortem los títulos de Alcalde Honorario, Hijo Predilecto y Medalla de Oro de la Ciudad. Los herederos directos del franquismo, los concejales en ese cabildo del Partido Popular, se abstuvieron de votar en la sesión que tomó las determinaciones porque, dijeron, la prioridad debe ser ocuparse de los vivos y no de los muertos.
El conjunto del proceso, que en su vertiente judicial ya había tenido una evidente debilidad al demostrarse que todos los presuntos responsables están muertos, es un ejercicio saludable para la democracia española y un ejemplo para otros sistemas políticos. como los de América Latina, manufacturados en sus orígenes por las mismas manos y de una manera tal, que sus huellas permanecen.
Las lecciones son varias. Una de ellas es que el paso del tiempo no debe ser razón para que la impunidad cubra injusticias o abiertos delitos, como sin duda lo es el exterminio de los opositores por el hecho de serlo. En América Latina crímenes cometidos por gobiernos militares en su área sur permanecen ahí, demandando ser esclarecidos, pero casi no hay gobierno en tola la región que en un examen a fondo pueda quedar sin muertos escondidos en el clóset. La moraleja debe de ser simple, el ejercicio del poder no justifica quitar la vida del opositor.
Es imposible que cualquier gobierno puede existir sin oposición, pues ambos forman una pareja indispensable para que el ejercicio del poder sea democrático y en última instancia, en verdadero beneficio de los vivos, quienes siempre estarán en deuda con aquellos muertos que les abonaron un futuro más amable.
j_esqueda8@hotmail.com
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario