Magdalena Garau muestra una foto de otro familiar víctima de la sinrazón de la Guerra Civil, Gabriel Clar Pelegrí. Foto: M. Mielniezuk.
Reportaje. Memoria Histórica/Represaliados Guerra Civil
I. OLAIZOLA. PALMA.
"No es revancha, es un asunto de humanidad"
Magdalena Garau quiere hallar los restos del hermano de su abuela, arrojado por los falangistas a un pozo en sa Torre.
I. OLAIZOLA. PALMA.
"No es revancha, es un asunto de humanidad"
Magdalena Garau quiere hallar los restos del hermano de su abuela, arrojado por los falangistas a un pozo en sa Torre.
I. OLAIZOLA. PALMA. Hay familias que no pueden olvidar la Guerra Civil española por una simple y básica razón: todavía hoy en día desconocen dónde están los restos de alguno de sus familiares represaliados en la contienda fratricida. Este es el caso de Magdalena Garau, que perdió a tres parientes durante la asonada militar. De dos de ellos no sabe nada."No es una cuestión de revancha, es un asunto de humanidad. ¡Qué no nos vengan ahora diciendo que se van a reabrir viejas heridas! Las heridas sólo se cerrarán cuando nos digan dónde están nuestros muertos", se indigna Magdalena Garau, para quien la iniciativa del juez Garzón de elaborar un censo con todos los desaparecidos durante el franquismo "debería contar con todo el apoyo posible por parte del Gobierno"."Y una derecha democrática también tendría que apoyar esta medida. ¿Qué pasa?, ¿podemos hablar de las barbaridades que hicieron Hitler y Stalin pero no de las que perpetró Franco? Tenemos derecho a encontrar sus restos y homenajearles como se merecen", recalca.Tiempos aciagosLa historia del hermano de su abuela, Julián Fullana Mas, es conocida en todo Llucmajor. Una de esas viejas historias que los pueblos nunca olvidan. El padre de Julián pertenecía a varias sociedades agrarias de la época y fue cofundador del Partido Socialista de Llucmajor. Imbuyó a sus hijos -cuatro varones y una hija, la abuela de Magdalena Garau- una fuerte conciencia social y les facilitó una educación pese a vivir en el campo, en Son Fullana, explotando la cantera del mismo nombre. No vivió el golpe militar franquista, ya que falleció en enero del 36. No pudo por tanto sospechar que llegaban tiempos aciagos para sus descendientes."De sus hijos, Julián era el que más se había significado en los actos del partido socialista. Por eso fueron a buscarle los falangistas. El estaba escondido en una cueva de las canteras. Le conminaron a que saliera amenazándole con tomar represalias contra su familia, así que no le quedó más remedio que hacerlo. Le condujeron hasta un pozo en s´Aguila, situado en una finca muy grande donde actualmente se alza la urbanización sa Torre. Allí le golpearon e intentaron arrojarle dentro. En el forcejeo agarró fuertemente a uno de sus agresores del cuello, intentando llevárselo con él, pero finalmente consiguieron liberarle y tiraron a Julián al interior del pozo", rememora Magdalena las historias que le trasmitió su abuela. Unas historias que, recalca, su madre no se atrevía a repetir."Dos o tres personas del pueblo siguieron a distancia al grupo de falangistas y, cuando éstos se fueron, intentaron auxiliar a mi tío abuelo. Oyeron gemidos que procedían del interior del pozo, pero nada pudieron hacer por ayudarle. En el pueblo se cuenta que, años después, el falangista al que Julián agarró falleció precisamente de una enfermedad en el cuello. Nos gustaría hallar este pozo y encontrar sus restos, pero no es tan fácil. Se trata de una finca muy grande, hay que tener autorización judicial...", expresa su desesperanza Magdalena.No es el único caso de represaliados por el franquismo de la familia de Magdalena Garau. Un primo de su madre por parte paterna, Gabriel Clar Pelegrí, afiliado a las juventudes socialistas de Llucmajor, fue encarcelado en la prisión de Can Mir, trasladado más tarde a una cárcel marroquí y, desde allí, repatriado a Mallorca al haber contraído la tuberculosis por las malas condiciones higiénicas en la reclusión. "Le excarcelaron para que muriera en compañía de sus padres. Falleció el 24 de febrero de 1947, a los 28 años de edad. Al menos sabemos dónde está enterrado, pero pasó buena parte de su corta existencia en cárceles franquistas", se lamenta Magdalena.Pero no contento con estos dos casos, el destino quiso reservarle otra jugada a esta llucmajorera afiliada a la asociación por la memoria histórica. "Mi marido es de Madrid y su tío pequeño, Jacinto Liras López, perteneciente a una familia conservadora, se marchó a Barcelona para alistarse con las fuerzas del capitán Bayo que intentaron desembarcar en Mallorca. No sabemos que fue de él. Si está enterrado en Portocristo o si su cadáver fue arrojado al mar. Y tenemos derecho a saber dónde están sus restos. Como los familiares de los fallecidos en el accidente de Spanair querían recuperar a sus allegados", compara Magdalena Garau.
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