jueves, 30 de octubre de 2008

"La gran dificultad que tenemos es que las familias siguen teniendo miedo a hablar".

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"La gran dificultad que tenemos es que las familias siguen ...

"La gran dificultad que tenemos es que las familias siguen teniendo miedo a hablar"

Tras trabajar durante dos años en la realización del mapa de fosas de la provincia, la experta asesorará al juez Baltasar Garzón en su investigación nacional sobre la guerra civil y la represión franquista

Elena Llompart / Granada Actualizado 29.10.2008 - 01:00

La comisión nacional de expertos que asesorará al juez Garzón en su macroinvestigación sobre la guerra civil y la represión franquista cuenta, entre sus filas, con la presencia de seis hombres y una sola mujer. Se trata de la historiadora jiennense Maribel Brenes, mano derecha de Rafael Gil Bracero, de cuya tesis partió para elaborar el mapa de fosas de la provincia. Propuesta por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), de la que forma parte, Brenes sale del archivo en el que ha pasado los últimos años para trabajar en primera línea de fuego.

-¿En qué consistirá su trabajo en como miembro de la comisión?
-Nuestra tarea será ver qué carencias de información hay en la Audiencia Nacional, en función de la resolución del auto dictado por Garzón, y orientar sobre la dirección en que éste puede ir buscando.

-El lunes acudió junto al resto del técnicos a Madrid para entregar la documentación requerida antes de firmar su designación. ¿Cuándo habrá una nueva cita?
-Estamos en contacto vía mail y telefónica, puesto que cada uno somos de un punto geográfico distinto. Pero aún no hemos firmado nada. Hay un protocolo y el juez está de baja, así que estamos avanzando el trabajo para presentar un esquema de organización una vez que se formalice todo.

-¿Está nerviosa?
-Lo estoy. Es una responsabilidad muy grande y es mucha tarea. Es lo mismo que vengo haciendo años atrás, aunque a nivel nacional. Hay muchos ojos detrás esperando el resultado que obtendremos.

-Usted es de Úbeda y el juez Garzón es de Torres. ¿Se conocían?
-No, la verdad es que para nada.

-Su designación, en todo caso, refuerza la próxima exhumación de la fosa de Alfacar en la que descansan los restos de Lorca.
-Sí, claro. Pero la apertura de fosas no tiene por qué relacionarse con el estudio de la Historia. Las exhumaciones van por un lado y la investigación de Garzón por otro.

-¿Cree que el juez podrá seguir adelante en la causa abierta contra la represión?
-Sinceramente el auto que dictó explica muy bien por qué la competencia puede proceder de él. Pienso que sí, aunque no soy jurista.

-¿Lorca eclipsa o impulsa la recuperación de la memoria?
-Para nuestra asociación Federico es uno más. Lo tenemos muy claro. Pero si sirve para llamar a las conciencias y para que la gente sepa que hay mucha personas enterradas en sitios poco adecuados, bienvenido sea. En ese sentido, lo vemos como un empuje. Aunque se ha empezado por la fosa más difícil. Si supone una puerta de entrada será estupendo. Lo que no queremos es que el tema se zanje ahí.

-¿Está terminado el mapa de fosas?
-Está a falta de la comarca de Alhama, que quedó pendiente. Nos encontramos con más tarea de la que pensábamos y agotamos todo el tiempo que teníamos previsto para estudiar la provincia, así que quedó pendiente de que en un futuro la Junta considere que se puede seguir investigando. Esto será en función del tiempo y del presupuesto, porque hay mucha gente implicada y, lógicamente, tendrán que comer. Nos han dicho que solicitemos la ampliación para el año próximo.

-En total, ¿cuántas fosas hay en la provincia?
-Entre 120 y 140.

-Aparte de las familias Galindo y Galadí, ¿hay más familiares que hayan solicitado que se abran alguna de esas fosas?
-No. Sólo se ponen en contacto con nosotros para saber dónde están los restos y nosotros les damos la información, aunque por desgracia no podemos hacerlo en todos los casos. Si el resultado es positivo, se les comunica la posibilidad de apertura. Pero la gente simplemente quiere saber dónde están sus familiares. Se aproxima el día de los Santos y quieren llevar un ramito de flores a sus tumbas. Es tan simple como eso.

-Entonces, ¿por qué hay tanta polémica respecto al carísimo presupuesto que supondrían tantas exhumaciones?
- Si en verdad supieran y quisieran hacerse cargo de lo que la gente está reclamando no habría tanta polémica. A veces pensamos que, tal vez, quien tanto reclama es que quiere ocultar algo. Las familias no quieren tanto: no quieren revancha, no quieren venganza. Quieren saber y están en su legítimo derecho. No quieren cerrar la herida, sino la incógnita de qué pasó. Te cuentan que su padre se fue un día y no volvió... Y se preguntan qué pasó con él. Simplemente eso.

-En cualquier caso, en Granada sería muy difícil abrir más fosas por la forma en que se desarrolló la represión...
-Hay muy pocas posibilidades de apertura. Para abrir con total exactitud y sin ningún fallo podemos decir sólo siete fosas reúnen las condiciones. Las tumbas cuentan con numerosos muertos y, si no tenemos familias que reclamen sus restos, hay que tener en cuenta que las exhumaciones supondrían enormes gastos económicos.

-En la realización del mapa han tenido un lugar primordial los testimonios orales...
-Han sido fundamentales porque, además de la parte documental, hay una parte personal que nos permite ponerle cara a los fallecidos, ver cómo se produjeron los hechos y cómo lo han vivido las familias. Los testimonios nos permiten conocer determinados datos que podrían confirmar con más exactitud la localización de las fosas o ver exactamente de quién procedían las órdenes.

-¿Ha sido difícil obtenerlos?
-Sí, han supuesto el principal problema. Muchas de las familias no quieren hablar, principalmente por miedo. Intentamos contactar con testigos de los hechos en la medida de lo posible (testigos no presenciales pero sí del momento) y, claro, no ha sido fácil.

-Supongo que esto ocurre en mayor medida en los pueblos...
-Claro. En los pueblos se sabe quiénes son los delatores de sus familiares y no quieren hablar porque siguen teniendo miedo a que la situación pueda cambiar. Se conocen todos y vivir toda la vida sabiendo que fulanito fue el que denunció a tu abuelo, provoca un miedo que sigue en candelero. Las familias siguen ahí y se sabe qué ha hecho cada uno, todo el mundo está relacionado de una forma u otra.
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