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Llora, pero no me olvides
La Isla
Llora, pero no me olvides
Baltasar Garzón ha hecho que España recupere una memoria que nunca debiera haber perdido. La ‘garzonada’, como ha bautizado la derecha, nos ha regalado la oportunidad de mirarnos al espejo y, por tanto, no es de recibo mirar para otro lado.
Algunos periódicos derechones han querido ridiculizar el auto riéndose en titulares de portada con la petición del certificado médico de Franco. Sin embargo, más allá de hechos que quizá era necesario certificar judicialmente, si no se hizo antes, lo que ha provocado el juez es que España tenga conciencia de que en las cunetas, los cementerios, los campos y quién sabe qué otros lugares, hay personas que fueron asesinadas sin juicio previo, sin pruebas, sin sentido, y a los que se les olvidó porque sus familiares fueron obligados a no hablar, a quedar reducidos a la nada, que es lo mismo que decir el silencio.
En el auto, Garzón señala, y no le falta razón al magistrado, que “no es lo mismo declarar extinguida la responsabilidad de los principales cabecillas, por fallecimiento, que otorgarles la impunidad, el perdón y el olvido judicial, tildando sus acciones de mera represión política”. Las escuelas, lugar único para muchos españoles donde acceder al escaso conocimiento que se adquiere en las enseñanzas obligatorias, han sido cómplices de esta desmemoria colectiva. Es obvio que sus responsables son los políticos, encargados de hacer las leyes y, por tanto, la normativa por la que se rige el sistema educativo de este país. Es escandaloso que gobiernos socialistas, la única izquierda que ha gobernado España en esta nueva democracia de la que gozamos desde que murió el dictador fascista, haya sido cómplice de tal desastre. Porque los únicos que sacan provecho de la desmemoria son todos esos que conforman la derecha, que sigue siendo la misma derecha de siempre. Una derecha que no ha cambiado ni cambiará. Hemos tenido que llegar al año 2008 para saber, no digo recordar, sino saber, -y esto increíblemente no se enseña en las escuelas- que hubo niños que fueron robados de sus padres, arrebatados sin más por el único hecho de ser ‘rojos’ o acusados de serlo. Hay libros sobre este asunto, pero es ahora cuando se ha conocido para el gran público gracias al auto de Garzón. No puedo sentir orgullo de un país que se regodea en su nombre y en una bandera, que no son más que dos colores, una arbitrariedad como otra cualquiera. Me da vergüenza esta España, más preocupada en condenar a manifestantes quemando la cara de Juan Carlitos y secuestrando portadas de revistas. Una España que no es capaz de mirar y buscar en las cunetas qué somos, en qué nos hemos convertido y, lo que también es importante, qué fuimos, qué pasó en este país para haber acabado así, siendo la península del olvido. El juez Garzón se pregunta que “por qué los posibles represores españoles vivos deben ser de mejor condición que los nazis cuando los hechos son similares”. Es “realmente incomprensible”, tal y como señala el magistrado y quien firma esto suscribe. España cometió un error en la Transición. Es cierto que fue un acto de responsabilidad entonces, pero el perdón que otorgó la izquierda nunca ha sido correspondido por la derecha, desde donde siempre se ha señalado que los dos bandos asesinaron a partes iguales. La asimetría de los hechos es tan desproporcionada que esta falta de memoria le es más útil a la derecha de lo que cree esta ingenua izquierda, en la que sobran muchos infiltrados con vocación de capellanes. En España, durante la Guerra Civil no hubo dos bandos. El bando fascista está claro que fue uno solo, bien unido y fuerte, convencido de que era santa su cruzada contra los múltiples bandos republicanos y rojos de toda ralea. Un uno contra todos y éstos contra sí, esa fue la realidad de una guerra que nos precedió a la mayoría y en la que vivieron y nacieron muchos españoles, ancianos en la actualidad. Si lo que ha hecho Garzón hubiera salido publicado en un libro o una ley, nadie hablaría de las fosas ni de los desaparecidos ni de los niños robados. Hay quien dice, y son muchos, que Garzón ha fracasado y que no sabe lo que hacía. Considero que la actuación del juez ha sido un total golpe de efecto, inteligentemente planeado por un juez que sabe dar una de cal y otra de arena. El auto, con el que dice la derecha que se “inhibe”, explica que la represión franquista fue una “actividad planeada y sistemática de desaparición y eliminación de personas por razones ideológicas”. Responsabilidad de Zapatero. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no puede estar por más tiempo sumido en el silencio. Desilusiona ver a un presidente socialista elogiando el olvido. Obviar que Franco y sus compinches fueron unos asesinos fascistas, es ser cómplice por omisión. Si la legislatura pasada estuvo marcada por las grandes reformas sociales, lo que provocó que la ilusión aflorara en este país, esta legislatura no puede ser la de un Partido Socialista que entrega la democracia a manos del fascismo. El presidente del Gobierno tiene que actuar, tiene que poner los puntos sobre las íes, tiene que ser valiente. El PSOE es el único que efectivamente puede hacer posible el cambio desde la enseñanza, con un sistema educativo que cuente a nuestros niños y jóvenes con rigor qué pasó en este país, hasta la apertura de las fosas comunes. No importa que la derecha patalee. La gente tiene que saber que la Iglesia fue cómplice de los asesinatos, que muchos curas delataron traicionando el secreto de confesión a muchos españoles; que los terratenientes se hicieron con el poder local, estableciendo un sistema caciquil del que todavía hoy quedan rastros; que no hubo juicios, sólo ajusticiados sin delito concreto; que a las madres ‘rojas’ les arrebataron sus hijos, a los que les cambiaron los apellidos y sus nombres, y se llenaron de nuevos inquilinos las casas cuna, los conventos y las casas de los fascistas estériles; que el exterminio del marxismo se hizo no sólo con bombas, sino “combatiendo la propensión degenerativa de los muchachos criados en ambientes republicanos”, por lo que fueron “segregados en centros adecuados”, tal y como indica el auto de Garzón; que sólo México y la URSS, hasta que a ésta última le convino, ayudaron a España porque el resto de países prefirieron la derrota del marxismo, en sus diversas formas, concretadas en los muchos partidos republicanos de izquierda, aunque fuera a manos de un fascista, que ayudado primero por Hitler y Mussolini, supo entenderse después con los Estados Unidos a la perfección; que la legislación franquista impuso que los menores crecieran en un ambiente familiar “irreprochable desde el punto de vista religioso, ético y nacional”, según la legislación de la época; que muchos de los que huyeron a Francia fueron encerrados en campos de concentración a la intemperie y obligados a morir en combate durante la Segunda Guerra Mundial, por no decir de enfermedad o de hambre, como los muchos presos de las cárceles. El Gobierno, pues, debe pronunciarse con hechos. Es una obligación moral que debe asumir quien ha ostenta el poder, porque de él se espera que lo ejerza con todas las consecuencias. No se trata de rescatar la Segunda República, pues éstos no son los años 30 del siglo XX. De lo que se trata es de restablecer lo que pueda ser enmendado y que el olvido no conceda impunidad a aquellos fascistas asesinos.
*Ígor R. Iglesias es periodista y lingüista
http://igoriglesias.wordpress.com/
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