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Los niños robados del franquismo
Garzón se basa en dos libros que denunciaron un plan sistemático de sustracción de los hijos de los republicanos para pedir que se investigue por ser delitos permanentes
23/11/2008
El pasado martes, Baltasar Garzón se inhibía de la causa al franquismo. Pero su auto contenía el estremecedor relato de los niños robados a los rojos por el franquismo. En España hubo un plan sistemático de sustracción de niños, hijos de madres republicanas (muertas, presas, ejecutadas, exiliadas o simplemente desaparecidas) entre 1937 y 1950, desarrollado bajo cobertura legal, al contrario de lo que sucedió en Argentina entre 1976 y 1983. El juez pide que se investiguen esos delitos, que no estarían prescritos ni amnistiados por ser crímenes contra la humanidad de carácter permanente.
Era uno los últimos enigmas de la dictadura, desconocido todavía por muchos españoles, a pesar de que dos libros lo contaron minuciosamente en el 2002, Los niños perdidos del franquismo, de Ricard Vinyes, Montse Armengou y Ricard Belis -surgido de un documental emitido por la televisión catalana- e Irredentas. Las presas políticas y sus hijos en las cárceles franquistas, escrito por Vinyes. Garzón incluye en su auto varios testimonios aportados en estas dos obras.
Cambio de apellidos
«Hubo 30.000 niños que fueron tutelados en un momento u otro por el Estado, que montó un aparataje legal que le permitía quedarse con la tutela arrebatándosela las familias, cambiarles los apellidos mediante la ley de 1941 para que los adoptaran adictos al régimen o secuestrarlos en el extranjero para repatriarlos», asegura Armengou.
Cuando los hijos de las presas cumplían tres años debían abandonar la cárcel y solían ingresar en el Auxilio Social y en centros benéficos del Estado y de la Iglesia católica. «Algunos terminaban en una familia que no era la suya, no sabemos cuántos», relata Armengou. «Hay casos de todo tipo, desde mujeres a las que les quitaban a sus hijos recién paridas y otros en que están de acuerdo con que vayan al internado y cuando salen de la cárcel ya no pueden recuperarlos», añade. «Se esperaba a que las mujeres embarazadas condenadas a muerte tuvieran el hijo, se lo llevaban y días después la fusilaban», explica Vinyes.
«Actualmente hay hombres y mujeres que todavía viven y no conocen su verdadera identidad, quiénes fueron sus padres; algunos lograron recuperar el nombre que les pusieron sus progenitores, otros prefirieron seguir llevando el de sus padres adoptivos», asegura el historiador Ricard Vinyes.
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Los niños perdidos del Franquismo.
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