domingo, 23 de noviembre de 2008

Las republicanas encarceladas, la maternidad en las prisiones de Franco

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Las republicanas encarceladas, la maternidad en las prisiones de Franco

Vicenta Verdugo Martí

Ha saltado estos días a la prensa y medios de comunicación con motivo del auto del juez Baltasar Garzón y la memoria histórica, el tema de la desaparición de los niños durante el franquismo. Tema que ha investigado el historiador Ricard Vinyes. Hay que señalar que en el caso del País Valenciano, el estudio de la represión penitenciaria y las cárceles femeninas franquistas está poco investigado. Hemos intentado a partir de la exposición Presas de Franco que estuvo recientemente en la Nau de la Universitat de Valencia, hacer una primera aproximación al universo penitenciario femenino en Valencia. En relación a la problemática entre la infancia y los presidios femeninos del franquismo, conocemos casos como el de Pilar Soler, o el de María Pérez Lacruz, la Jabalina, que dieron a luz en la cárcel, en condiciones infrahumanas como relataba la propia Pilar no hace muchos años. Respecto a María Pérez Lacruz, cuyo proceso ha estudiado Manuel Girona, se desconoce cuál fue el destino de su hijo/hija, ya que cuando pasó de los calabozos de Gobierno Civil a la Prisión Convento de Santa Clara ya había dado a luz pero no aparece ninguna referencia sobre esta criatura. Por lo que es probable que su desaparición se debiera a lo que Vinyes ha calificado como zona de riesgo de pérdida familiar, para los hijos de presos y presas. Una situación no debida a episodios aislados, sino que se trató de un proyecto de reeducación masivo dirigido contra los más débiles, con un objetivo segregacionista dentro de las tesis eugenésicas defendidas por el psiquiatra Antonio Vallejo-Nágera, jefe del Ser vicio de Psiquiatría del Ejército de Franco. En otros casos, las presas convivieron con sus hijos en prisión. Así ocurrió con Águeda Campos, que tuvo con ella en la prisión Convento de Santa Clara a sus hijos Vicente y José Muñiz Campos. Después del fusilamiento de los padres, Vicente y José Muñiz pasaron el resto de su infancia y adolescencia en un hospicio valenciano.

UNA NUEVA MIRADA.
Hay que señalar a este respecto como los testimonios de los hijos e hijas de las presas que convivieron con sus madres en prisión, nos aportan a quienes nos dedicamos a la investigación histórica una nueva mirada. A través de ellos podemos conocer la vivencia de la infancia en las cárceles, un aspecto de la represión específico de las prisiones femeninas, que no aparece en el caso de las prisiones masculinas. Conocer sus vivencias posteriores en los hospicios, sometidos a una férrea disciplina nacionalcatólica en los que se les trató de reeducar, de la experiencia y el estigma de ser hijos de rojos. Los testimonios de las presas recogidos por Tomasa Cuevas o por la historiadora, Shirley Mangini, nos muestran la tragedia que para las mujeres presas era permanecer en la cárcel con los hijos: Todas las mujeres encarceladas afirmaban que la peor suerte era tener un hijo en la cárcel. Resulta paradójico que mientras que desde el nuevo Estado y la Iglesia, se exaltaba la maternidad y la protección a la infancia, a las mujeres republicanas encarceladas se las privaba de su derecho a ser madres en condiciones y a sus hijos de recibir los cuidados y atención necesarios. Es un deber de justicia, de defensa de los derechos humanos y de lealtad democrática, restablecer la dignidad de todas aquellas personas que sufrieron la represión por defender un régimen que había sido elegido democráticamente y con él la legitimidad y legalidad republicana.

*Historiadora, colaboradora en la investigación realizada sobre la represión penitenciaria femenina en Valencia en la exposición Presas de Franco.
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los niños de franquismo

¿Dónde está el hijo de María "la Jabalina"?

"Cuando las presas daban a luz las monjas se llevaban a los niños y luego decían que habían muerto"

Rafel Montaner, ValenciaTal vez esté a punto de celebrar su 69 ó 70 cumpleaños ajeno o ajena a que su pasado esconde una de las tragedias más duras que se vivió en las cárceles franquistas de la posguerra en Valencia: el robo de niños de las presas republicanas. Este ciudadano, o ciudadana, anónimo quizás nunca llegue a saber que su verdadera madre fue una joven presa anarquista del Port de Sagunt, María Pérez Lacruz, la Jabalina, a la que le arrancaron su bebé tras dar a luz en el Hospital Provincial de Valencia. El drama de esta muchacha, fusilada el 8 de agosto de 1942 en Paterna con sólo 25 años tras ser condenada a muerte en una farsa de juicio sumarísimo, ha sido documentado por el historiador Manuel Girona en su libro Una miliciana en la Columna de Hierro, María la Jabalina (Universitat de València, 2007).

Séptimo mes de gestación
Girona revela que el 4 de noviembre de 1939, María es trasladada de los calabozos del Gobierno Civil al Hospital Provincial, tras ordenar el gobernador su ingreso en el centro hospitalario "por hallarse en el séptimo mes de gestación", según consta en los documentos hallados por el historiador en el Archivo de la Diputación. El 9 de enero de 1940, una vez concluidos los nueve meses de embarazo, el catedrático responsable de la maternidad indica al director del hospital que María "está en condiciones de ser dada de alta", según escribe el historiador. La joven, que entonces tenía poco más de 22 años, es devuelta a los calabozos de Gobierno Civil y el 18 de enero ingresa en la prisión provisional de mujeres del convento de Santa Clara.

"El niño o niña que tuvo no se sabe dónde fue a parar. En su expediente penitenciario consta que tuvo un hijo, aunque no se especifica si fue chico o chica, pero no se sabe qué pasó con él", explica la historiadora Vicenta Verdugo, que ha investigado la represión penitenciaria que el franquismo ejerció sobre las mujeres en Valencia. "La desaparición de los hijos de las reclusas en el momento del parto fue una realidad practicada sin demasiados escrúpulos", ha escrito el historiador catalán Ricard Vinyes, el autor de Irredentas (Temas de Hoy, 2002), el estudio más completo que se ha realizado sobre las presas políticas y sus hijos en las cárceles de Franco.

El drama de María la Jabalina, según Verdugo, es una muestra de que las cárceles femeninas de la Valencia franquista -la Prisión Provincial de Mujeres, el convento de Santa Clara y el Reformatorio del Puig- "fueron, como dice Vinyes, una zona de riesgo de pérdida familiar" para las reclusas republicanas encarceladas junto a sus hijos. "En ningún registro -continúa- constan los niños que ingresaban con sus madres en las prisiones de Valencia". Este vacío impide conocer la magnitud del drama de estos menores, en su mayoría lactantes, que acompañaban a sus madres porque éstas no tenían con quien dejarlos. Muchas represaliadas tenían a sus maridos encarcelados y sus familias no podían hacerse cargo de los chicos.

Separación a partir de los 3 añosAdemás, una orden de 1940 facultaba al Estado a separar de sus madres a los hijos de las presas republicanas a partir de los tres años para ingresarlos en hospicios públicos o religiosos, momento en el que los padres perdían la tutela de sus hijos, que pasaban a ser reeducados en la afección al régimen. Una de aquellas niñas que vivió junto a su madre en las cárceles de Valencia es Julia Gómez Martín, que ahora tiene 71 años. Julia ingresó en abril de 1939, con sólo 20 meses, en el penal de Santa Clara y luego, tras un paréntesis de poco más de dos años -la tía que la acogió en Madrid murió y se quedó en la calle con tres años junto a sus primos de 8 y 10 años "comiendo por las basuras"- volvió otra vez a la cárcel, esta vez a la Prisión Provincial, con su madre. Tenía tres años y medio y allí estuvo seis meses que nunca olvidará. Su madre, Julia Martín de la Fuente, militante comunista fue condenada a muerte en un juicio sumarísimo, pena conmutada después por la de 30 años. Su padre, Joaquín Gómez, también comunista, era agente del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el espionaje de la República y pudo huir en el último barco que zarpó de Alicante. "A partir del momento que entré en la cárcel -cuenta- tengo todos los recuerdos del mundo. Recuerdo que había muchos niños y dormíamos en el suelo a razón de un ladrillo y medio por mujer, tuviera o no niños.

Comíamos lentejas todos los días: A las mujeres les echaban un cazo y a los niños medio... Teníamos que apartar con la cuchara los gusanos que flotaban en el cuenco". No ha olvidado tampoco como se llevaban a su madre por la noche para "darle palizas para que dijera dónde estaba mi padre". "Nos tenían todo el día en el patio de la cárcel, sin importarles que lloviera, hiciera frío o un sol de justicia", cuenta Julia, que también dice que "había sacas continuamente y las mujeres condenadas a muerte estaban aterrorizadas". Las madres, comenta, intentaban proteger a los niños de aquel ambiente, "y nosotros, jugábamos". De hecho, su madre no le contó hasta que salió de la cárcel que las embarazadas que daban a luz en prisión "si el padre de los niños estaba encarcelado o desaparecido y los abuelos no podían hacerse cargo de ellos, algunas veces las propias monjas cogían a los niños y se los llevaban diciéndoles 'tu no tienes leche y se te va a morir', luego les decían que se había muerto y nunca se sabía si, efectivamente, habían fallecido o qué había pasado con ellos", dice asustada.
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Un centenar de valencianos pide recuperar el dinero que les incautó el franquismo
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"La directora de la cárcel me miró y dijo: ´un perrito rojo´"

R. Montaner, Valencia

El régimen franquista ejerció una notable presión psicológica sobre los niños de las presas republicanas, a los que apartó de sus madres para educarlos en los principios del nacionalcatolicismo y en el odio a los rojos. Julia Martín tenía tres años y medio cuando se reunió con su madre en la Prisión Provincial, donde les obligaban a ir a misa a diario. Ese ambiente asfixiante en el que le tocó vivir no lo olvidará nunca, porque, dice, "hay cosas que se te quedan grabadas a fuego". La encargada de marcarle la memoria fue la directora de la cárcel, Natividad Brunete.

"En una ocasión la señora Nati me dijo, 'Julieta ¿Quieres a Franco? Franco es muy bueno...' y yo, contesté: 'No, porque por culpa de él mi madre está en la cárcel y mi padre no sé dónde está'. Entonces ella se me quedó mirando fijamente unos segundos y me soltó 'un perrito rojo'".Julia dice que en la cárcel tenía "dos madres". Habla de Angelita Sempere, una inspectora de Enseñanza de la República, militante del PCE condenada a muerte y luego a 30 años como su madre. La familia de Angelita la rescató de las calles de Madrid y se la devolvió a su madre en Valencia. Cuando cumplió cuatro años, la acogió y, con ello, su madre evitó que se la quitaran y la internaran en un hospicio religioso, ya que "todas las niñas eran enviadas a instituciones de la Iglesia", según el historiador Ricard Vinyes. Cuando iba a ver a su madre en los tres días al año en que los niños podían entrar a la cárcel -La Merced, Navidad y Reyes-, ella miraba a los niños y niñas que venían del hospicio "con baberos a rayas, pelados y ojerosos, y me decía 'Hija mía que suerte tienes'".

Los niños del hospicio
Julia, no comprendió lo que quería decir su madre hasta que presenció una escena entre uno de aquellos niños y su madre. "La mujer le preguntó '¿Que quieres ser de mayor?' y el pequeño le contestó 'Guardia Civil'. Ella se quedó helada y le espetó '¿Hijo mio, por qué? 'Para matar rojos', respondió el niño. Eso es para no olvidarlo".
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¿DONDE ESTA?

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