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El pasado nunca muere
Rafael Gil Bracero. Enrique Bonet
El alcalde de Pulianas y vicepresidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, ve recompensado un trabajo de años al lograr que se plantee desenterrar los restos de las fosas de la Guerra Civil.
JORGE PARADINAS.
Rafael Gil Bracero (Estepona, Málaga, 1958) siempre ha preferido mirar hacia delante, pese a su devoción por el pasado y la historia, algo que reconocen, aprueban y asumen familiares, amigos y compañeros de trabajo. Su devoción por lo que ya pasó es algo innegable si tenemos en cuenta que es profesor titular de Historia en la Universidad de Granada (UGR), pero sus vecinos de Pulianas, uno de los municipios metropolitanos que mayor crecimiento demográfico y urbanístico ha experimentado en los últimos años, siempre a salvo de los tan habituales escándalos en esta materia, pueden aclarar lo de que también le interesa el futuro: bajo el mandato de Gil Bracero en el Ayuntamiento de Pulianas, incuestionable, ya que las mayorías absolutas le aúpan una elección tras otra, el pueblo al que llegó hace 20 años ha conseguido vivir una ‘edad de oro’, no sólo por el crecimiento demográfico experimentado –algo normal si se tiene en cuenta que dista tan sólo unos metros de Granada capital–, sino también por la consolidación del parque empresarial que bajo su auspicio ha congregado a empresas como Kinépolis –el estandarte–, Media Mark, Carrefour o, en un futuro inminente, Ikea, la gran multinacional sueca del mueble ante cuya oferta pocos resisten.
Nadie, por tanto, parece dudar de su gestión como alcalde en este aún pequeño municipio, siempre bajo las siglas del PSOE, pero lo que realmente ha hecho que ocupe portadas nacionales y que pase al primer plano de la actualidad es su labor desinteresada, muy vocacional e incluso exhaustiva como vicepresidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, un colectivo que se creó hace poco más de cinco años en Granada con pocos padrinos y el humilde propósito de recuperar la dignidad de las víctimas sin identificar de la Guerra Civil y que actualmente está de plena actualidad tras la providencia de juez Baltasar Garzón para que se exhumen las fosas comunes de la conflicto que marcó a este país hace más de 70 años.
Quienes le conocen hablan de él como una persona siempre dispuesta a dialogar, amante de su familia –su esposa y sus dos hijos– pero que también, como él mismo señala, quedó marcado en su más tierna infancia por la muerte de su padre, cuando Rafael apenas contaba con tres años. “Fue una experiencia muy dura, que me enseñó, aunque fuese tan sólo un niño, a valorar la importancia del pasado, a tomar en consideración que lo que somos es fruto de lo que nos antecede”, resalta el propio alcalde de Pulianas. Quizás su condición de huérfano de padre a tan temprana edad le marcó una especial sensibilidad hacia las familias que reclamaban justicia por lo ocurrido en los remotos años treinta, en aquella desgracia que tuvo como nombre Guerra Civil Española. “Había muchas reclamaciones, mucho dolor al respecto, y no nos podíamos negar a asumir una causa que considerábamos justa”, explica sobre la asociación, cuyo trabajo muchas veces desoído parece haber obtenido finalmente sus frutos con el interés puesto por el juez Garzón. “Las pruebas están ahí y lo que queda es desentrañarlas”.
Instituto.
Gil Bracero, pese a su origen malagueño, llegó a Granada con apenas diez años, ya que su familia encontró en la ciudad la posibilidad de encontrar el porvenir que tanto escaseaba en la época –hablamos de los años sesenta–. El vicepresidente de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica recuerda gratamente su época de estudiante en el instituto Padre Manjón, la que le marcó, aparte de experiencias o gustos personales, en su interés por la historia. “Tuve grandes profesores, como Magdalena Ortiz, que me despertaron e incluso se puede decir que me exaltaron mi interés por la historia Les debe mucho”. Fruto de tal “exaltación” llegó a ser con el paso de los años profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad de Granada, algo que sin duda no se consigue si esfuerzo ni talento. Los derroteros de la vida, que al final no viene a ser otra cosa más que historia, le han llevado por designios diferentes. Hace cinco años que no ejerce la docencia ya que está volcado en su labor como máximo responsable del municipio metropolitano de Pulianas, una población que ha experimentado un crecimiento poblacional excepcional y que, algo casi excepcional en los tiempos actuales, ha sabido mantenerse al margen de escándalos urbanísticos. Sus vecinos confían en él, y Rafael siempre intenta corresponderles, pero a pesar de los éxitos políticos, Gil Bracero nunca ha recibido la promoción que han tenido otros dirigentes socialistas de la provincia. Quizás porque él no quiere ir más allá, pero quienes le conocen aseguran que su gobierno en Pulianas se queda un tanto chico para su talento político. Añaden, por supuesto, que su campo de acción debería ser mayor. Conseguir, al menos, que el juez Baltasar Garzón tenga en cuenta sus reclamaciones y que su trabajo al frente de la Asociación de la Memoria Histórica tenga éxito debería, al menos, concederle cierto crédito.
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miércoles, 26 de noviembre de 2008
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