martes, 25 de noviembre de 2008

La CEE y la Memoria.











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Es innegable, como dijo en su día la Plenaria de la Conferencia Episcopal (CEE), que el mejor legado de nuestra historia reciente es "la concordia social". En este sentido, la Iglesia católica, en 1999, pidió "el perdón de Dios" para todos los que "se vieron implicados en acciones que el Evangelio reprueba". En esa misma línea, el cardenal Rouco Varela, presidente de la CEE, acaba de volver a clamar por el espíritu de reconciliación, temeroso de "actitudes, palabras y estrategias" que, a raíz de la recuperación de la memoria histórica, "puedan derivar en confrontaciones violentas".Su propuesta de una "auténtica y sana purificación de la memoria", sin embargo, parece alejarse de los parámetros evangélicos que nos hablan de perdón y de paz para entroncar con una llamada a un cierto olvido "necesario" que no responde a las demandas de muchos ciudadanos en su legítimo deseo de conocer la verdad histórica, con el fin, entre otras cosas, de que sus lecciones no caigan en saco roto.La Iglesia católica sufrió en carne propia muchos de los desmanes de la guerra civil y luego participó, como institución, en la represión franquista, pero también en la recuperación de la democracia. El olvido nunca es la mejor medicina para un futuro conciliador. Debemos "liberar a los jóvenes de los lastres del pasado", como dice Rouco, pero no está claro que deba hacerse a través de la ignorancia de ese pasado. Es en el conocimiento y la memoria en lo que debe basarse un nuevo afán de "convivencia serena". Por cierto, en nada apoyada por algunos periodistas que se escudan en emisoras episcopales y cuyas actitudes, palabras y estrategias más concitan el odio que proclaman "el perdón y el amor fraterno".

• El presidente de los obispos dice que recobrar la memoria histórica puede "deteriorar la convivencia"
• El PSOE replica que la Iglesia beatificó a cientos de religiosos asesinados por el bando republicano

JUAN RUIZ SIERRAMADRID

Frente a las leyes de memoria histórica, la apertura de fosas y las investigaciones judiciales al franquismo, el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el cardenal Antonio María Rouco Varela, ofreció ayer su propia receta para cerrar las heridas de la guerra civil y la dictadura: el olvido. Si no se corre un tupido velo sobre lo que ocurrió el siglo pasado, sostuvo el también arzobispo de Madrid durante la inauguración de la asamblea plenaria de los prelados, España puede caer otra vez en las "confrontaciones violentas
No son pocos los que manifiestan una justificada inquietud ante el peligro de un deterioro de la convivencia serena y reconciliada", señaló Rouco en un discurso largo, leído, y en el que evitó, a diferencia de otras ocasiones, detenerse en sus discrepancias con las posiciones que defiende el Gobierno socialista. "Siempre es necesario vigilar para evitar de raíz actitudes, palabras, estrategias y todo lo que pudiera dar pábulo a las confrontaciones que puedan acabar siendo violentas --continuó--. Es necesario cultivar el espíritu de reconciliación que presidió la vida social y política en los años de la transición. A veces es necesario saber olvidar. No por ignorancia o cobardía, sino en virtud de una voluntad de reconciliación y de perdón responsable y fuerte. Es lo que puede llamarse una auténtica y sana purificación de la memoria".
BEATIFICACIONES
Ocurre, sin embargo, que hace poco más de un año, en octubre del 2007, los obispos españoles culminaron la mayor beatificación de la historia: 498 mártires, 496 de ellos de la guerra civil, casi todos sacerdotes y religiosos fallecidos a manos del bando republicano. "Me sorprende que quien está promoviendo beatificaciones en relación con personas de aquella época apele ahora al olvido. Algunos tienen amnesia en función de si les conviene o no", dijo sobre el discurso de Rouco el vicesecretario general del PSOE, José Blanco. Precisamente tras esa gigantesca beatificación, celebrada en Roma, el antecesor de Rouco en el cargo, Ricardo Blázquez, considerado menos conservador, manifestó algo distinto sobre la guerra civil: planteó la necesidad de que la Iglesia pida perdón por sus "actuaciones concretas" en la contienda.
El arzobispo de Madrid, al abrir una asamblea plenaria en la que los prelados decidirán mañana quién ocupará el cargo de secretario general, también se detuvo en una cuestión tan actual como la crisis. Echando mano de una expresión del agrado del papa Benedicto XVI, el "relativismo moral", Rouco apuntó a la codicia como detonante.
EL ABORTO Y LA CRISIS
"Es momento de examinar si la vida económica no se ha visto dominada por la avaricia de la ganancia rápida y desproporcionada; si el derroche y la ostentación, privada y pública, no han sido presentados con demasiada frecuencia como supuesta prueba de efectividad económica y social", declaró el cardenal, quien, sin citar al Ejecutivo, citó dos factores que a su juicio ayudan a explicar el actual desastre financiero: el hecho de que la familia no reciba "el apoyo cultural, social y legal adecuado" y "el sacrificio doloroso y legalmente tolerado de tantas vidas inocentes a través de la práctica sistemática del aborto".
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El presidente del Episcopado advierte de que la memoria histórica puede "dar pábulo a confrontaciones violentas"
JESÚS BASTANTE - Madrid - 24/11/2008 11:23

“A veces es necesario saber olvidar”. El cardenal de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, resumió este lunes en esa frase lo que a su entender sería “una auténtica y sana purificación de la memoria”. El purpurado madrileño, que pronunció su primer discurso como presidente del Episcopado español en su asamblea plenaria, aludió con respecto a las consecuencias del movimiento por la memoria histórica a “una justificada inquietud ante el peligro de un deterioro de la convivencia serena y reconciliada” alcanzada por la sociedad española.

Por si la comparación con el ambiente previo a la Guerra Civil no quedaba clara, Rouco alertó de que, aunque “la actual situación internacional y nacional no es la misma” que en la década de 1930, “siempre es necesario vigilar para evitar de raíz actitudes, palabras, estrategias y todo lo que pudiera dar pábulo a las confrontaciones que puedan acabar siendo violentas”.

“Es necesario cultivar el espíritu de reconciliación”, añadió Rouco, “no por ignorancia o cobardía, sino en virtud de una voluntad de reconciliación y de perdón verdaderamente responsable y fuerte”.

Recordando anteriores pastorales, el cardenal de Madrid subrayó que, si bien “quedan desconfianzas y reivindicaciones pendientes”, hay que “procurar que no se deterioren ni dilapiden los bienes alcanzados”. Sobre todo, precisó, pensando en los jóvenes: “Hay que liberarlos de los lastres del pasado, no cargándolos con viejas rencillas y rencores”.
Rouco concluyó su discurso condenando “el sacrificio silencioso y legalmente tolerado” que supone el aborto, “una injusticia clamorosa”, y reclamando “una verdadera protección jurídica” para la institución del matrimonio.

Símbolos y convivencia
Si bien Rouco no hizo referencia alguna a la sentencia que ordenó la semana pasada retirar los crucifijos del colegio Matías Picavea de Valladolid, ni a la polémica sobre la presencia de símbolos religiosos en lugares públicos que ha suscitado, sí lo hizo el cardenal de Sevilla, Carlos Amigo, quien consideró que, este tipo de sentencias “no favorecen la convivencia”, que se construye “sobre el respeto”.

“Lo importante es que se eduque a los niños y niñas de Valladolid a respetar los símbolos religiosos de cualquier religión”, añadió. Para Amigo, “las medidas drásticas no educan a las personas”, por lo que resulta importante, en la actual situación, “no tirar por la borda” todos los símbolos religiosos, sino “ayudar a respetarlos”.

El cardenal de Sevilla publicó el último domingo una pastoral sobre la violencia de género (cuyo día internacional se celebra mañana), un aspecto poco tratado por los obispos españoles. En su misiva, Amigo denunciaba que “la violencia de género es siempre una agresión injustificable, que no necesita apellido alguno para ser inadmisible y merecedora del mayor de los desprecios. Una violencia y una tortura moralmente inaceptables, inhumanas y delictivas”.

Cañizares y la “cristofobia”
Mientras Rouco hablaba ayer de memoria, el cardenal de Toledo, Antonio Cañizares, arremetía este domingo contra la “cristofobia” que se esconde a su entender detrás de decisiones como la de no colocar una placa en el Congreso en honor de Santa Maravillas o la sentencia de Valladolid.
Cañizares –quien en los próximos días será nombrado prefecto de la Congregación vaticana para el Culto Divino–, indicó que, tras estas decisiones, “se denota una cristofobia que, en definitiva, es el odio a sí mismos”. “Sé que me van a criticar, pero nuestra sociedad está enferma, muy enferma”, dijo el cardenal.

Los ataques de Cañizares fueron secundados por los participantes del Congreso Católicos y Vida Pública que, organizado por el CEU, congregó el pasado fin de semana a más de un millar de católicos. En el manifiesto final del mismo, entre otras cuestiones, se condenaba la “quiebra moral profunda de los valores cristianos que han generado y vertebrado, durante siglos”, la identidad de los españoles como pueblo, y se llamaba a “la actuación personal concreta y coherente” de los católicos. Su discurso también hizo hincapié en la crisis económica, que identificó con “el derroche y la ostentación, privada y pública”.

La Iglesia hace gala de su memoria selectiva
Los obispos no quieren olvidar a sus víctimas de la Guerra Civil
DIEGO BARCALA - Madrid - 24/11/2008 22:00
En 1975, muerto el dictador, el cardenal Vicente Enrique y Tarancón afirmó en la misa de coronación del rey Juan Carlos: "Que reine la verdad en nuestra España; que la mentira no invada nuestras instituciones; que ninguna forma de opresión esclavice a nadie". Más 30 años después, su sucesor en la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, pide directamente "el olvido". ¿Cuál es la verdad que Tarancón quiso recuperar y Rouco quiere olvidar? La de la participación de la Iglesia en la represión desatada desde el 18 de julio de 1936 y su silencio en una cruda posguerra, que eliminó a 50.000 personas.

Beatificaciones
Mártires de la Cruzada
"Mientras no se haya hecho la reparación de las víctimas no se puede olvidar", responde el teólogo Juan José Tamayo a la apelación de Rouco al "olvido". Hace un año, con la ley de la memoria Histórica en plena negociación, la Conferencia Episcopal respondió con el impulso al proceso de beatificación de 479 religiosos asesinados en la guerra. Un año después, la reacción de la Iglesia al conato de proceso abierto por Garzón ha sido otro intento de beatificación, ahora, de 498 mártires.

Bendición de un bando
Apoyo a la Cruzada
Los obispos no dudaron en elegir el bando al que apoyar tras el golpe de Estado fallido de 1936. Los 6.800 religiosos asesinados a manos de los republicanos ayudaron a que la Iglesia tuviera claro a quién bendecir. "Se trataba de salvar la Patria, el Orden y la Religión, tres cosas que en el fondo eran lo mismo", resume el historiador Julián Casanova en La Iglesia de Franco (Editorial Crítica). En ese mismo libro recupera una declaración del arzobispo de Zaragoza, Rigoberto Domenech, apenas un mes después del inicio del conflicto: "La violencia no se hace en servicio de la anarquía, sino lícitamente en beneficio del orden, la Patria y la Religión".

Depuración de infieles
Presentes al fusilar
En la España en la que los sublevados triunfaron en un primer momento se cometieron auténticas cazas de brujas, pueblo tras pueblo. En Castilla y León, donde no hubo frente de guerra, son innumerables los testimonios que aluden a la presencia de los sacerdotes en los fusilamientos. Con la última bendición, el cura de turno daba la oportunidad a las víctimas de limpiar su conciencia contaminada antes de morir. Después, llegaba el turno de registrar en el libro de difuntos de la parroquia el nombre, la edad y la profesión. A veces ubicaban en qué fosa del cementerio eran depositados los cuerpos. Así lo atestiguan muchos de los documentos eclesiásticos entregados por los familiares de las víctimas en la Audiencia Nacional al juez Baltasar Garzón.

Homenaje a los suyos
Por Dios y por la Patria
Una vez acabada la guerra, con los presos sacados a puñados para ser pasados por las armas, la Iglesia comenzó el homenaje de los suyos. En miles de parroquias, se colocaron placas de recuerdo a los mártires con el siguiente encabezado: "Caídos por Dios y por la Patria". En pueblos como Pedro Bernardo (Ávila, 1.000 habitantes) se colocó una placa en la iglesia local que recuerda a una veintena de muertos en la guerra. Otros tantos fallecidos yacen en una fosa aun sin localizar. Esa fue la reconciliación aplicada por la Iglesia en la posguerra. El 11 de julio pasado el Ayuntamiento consiguió retirar la placa con la oposición feroz del párroco local. Casanova aboga por mantener esos símbolos como testimonio del papel que la Iglesia jugó en el franquismo.
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Las exhumaciones de fosas dañan "la concordia social", aduce el obispo

JUAN G. BEDOYA - Madrid - 25/11/2008

El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, dijo ayer que "a veces es necesario olvidar", en referencia al polémico desarrollo de la llamada Ley de la Memoria Histórica, que los obispos han execrado desde el principio. Rouco equiparó la preocupación que causa esa ley en la sociedad con la provocada ahora por la crisis económica. Lo dijo en su primer discurso ante el pleno de la Conferencia Episcopal, que preside por segunda vez desde marzo pasado. El cardenal señaló esos temas como "dos de las preocupaciones que se sienten en este momento en la sociedad". Recetó para su remedio "reconciliación y solidaridad".

Rouco sostiene que la reconciliación pasa por el olvido. Dijo sobre la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica: "No son pocos los que manifiestan una justificada inquietud ante el peligro de un deterioro de la convivencia serena y reconciliada. La historia de España ha estado, por desgracia, jalonada por tensiones que más de una vez han desembocado en enfrentamientos fratricidas. Gracias a Dios, la actual situación internacional y nacional no es la misma. Pero siempre es necesario vigilar para evitar de raíz actitudes, palabras, estrategias y todo lo que pudiera dar pábulo a las confrontaciones que puedan acabar siendo violentas. Es necesario cultivar el espíritu de reconciliación, sacrificado y generoso, que presidió la vida social y política en los años llamados de la transición a la democracia. A veces es necesario saber olvidar. No por ignorancia o cobardía, sino en virtud de una voluntad de reconciliación y de perdón verdaderamente responsable y fuerte. Es lo que puede llamarse una auténtica y sana purificación de la memoria".

El cardenal de Madrid es quien apadrina con mayor entusiasmo la masiva beatificación de católicos asesinados entre 1934 y 1938, los años en los que los obispos creen que se produjo la mayor persecución religiosa de la historia. El Vaticano ha beatificado o canonizado ya a 977 de esas víctimas y hace un mes anunció que hay en cartera otras 500 personas, del total de 10.000 que quiere elevar a los altares el episcopado español.

Rouco cree, sin embargo, que daña gravemente la "concordia social" el deseo de otras personas de buscar en fosas comunes o en las cunetas de España restos de sus familiares, enterrados como animales durante la Guerra Civil y en los primeros años de la dictadura franquista, que la Iglesia católica apadrinó y consagró como Cruzada.

La tesis de Rouco es que "a los jóvenes hay que liberarlos, en cuanto sea posible, de los lastres del pasado, no cargándolos con viejas rencillas y rencores, sino ayudándoles a fortalecer la voluntad de concordia y de amistad".

Sobre la crisis económica, el cardenal pidió "prestar atención a las responsabilidades morales", en alusión al "relativismo moral" que ha fomentado desinterés por el servicio al bien común, la avaricia de la ganancia rápida y desproporcionada y el derroche y la ostentación, privada y pública.
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Para la Iglesia las leyes de memoria histórica "deterioran la convivencia serena"
Para la Iglesia las leyes de memoria histórica "deterioran la convivencia serena"
El PSOE ha contestado que no se puede borrar la historia de nuestro país. El PP, por su parte, ha respaldado a la Iglesia

Noticias Cuatro - 24/11/2008 - 20:23

La Iglesia ha acusado al Gobierno de guerracivilismo con las leyes de memoria histórica. Hasta ahora la Conferencia Episcopal había chocado con el Gobierno pero la dialéctica de hoy es tan contundente y su mensaje tan duro que merece atención detenida. La Iglesia dice que las leyes de memoria histórica "deterioran la convivencia serena" y, en segundo lugar, que hay que "olvidar".

Las asociaciones de memoria histórica consideran que lo que la Iglesia quiere "olvidar" es su papel en la Guerra Civil y en la dictadura y recuerdan que se sigue canonizando a mártires de tal bando, el de la Iglesia y el franquismo.

El Gobierno guarda silencio, pero el PSOE ha contestado que no se puede borrar la historia de nuestro país y ha pedido a todas las instituciones que respeten las decisiones judiciales.
Por su parte, las declaraciones del presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, se suman a las del arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, que ayer hablaba de "cristofobia", de una sociedad "enferma". También a las del cardenal amigo que dice que la sentencia que obliga a quitar crucifijos de las escuelas "dificultan las convivencia". El PP ha respaldado a la Iglesia.
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